La analogía de Dios

 

El profesor Borobio de la Universidad Pontificia de Salamanca, realiza en este trabajo de madurez, una síntesis acabada de su pensamiento sobre los sacramentos después de cincuenta años de magisterio. El objetivo de su trabajo es el uso de la analogía para profundizar en el conocimiento de los siete sacramentos instituidos por Jesucristo y entregados a la Iglesia para la salvación de los hombres. Como dice el autor, la analogía “no siempre se tuvo en cuenta de modo suficiente, y las consecuencias de ello se han derivado, tanto en la enseñanza del magisterio como en la explicación teológica, en la relación con las otras confesiones religiosas o en la celebración y praxis pastoral, han sido muy importantes, conduciendo a malentendidos que, en no pocos casos, todavía estan por clarificar” (9).

Para desarrollar la cuestión comienza por explicar el sentido de los términos:  “La analogía supone una mirada sobre las cosas que nos permite ir más allá de su apariencia y, de este modo, acercarnos a la otra realidad que permanece velada. Así, la mirada sobre la creación visible nos permite acercarnos al misterio del Dios invisible. En un sentido fundamental, analogía consiste en aplicar un mismo término a cosas con un significado en parte igual y en parte distinto. Lo específico de la analogía radica en que se dice algo sobre diferentes realidades (por ejemplo Dios y el hombre), pero no de una manera unívoca o en idéntico sentido, ni tampoco de un modo equívoco o en sentido completamente diverso, sino aunando en el mismo término lo idéntico y lo diverso, es decir, la identidad en la diversidad” (15). Inmediatamente lo aplica al  estudio sobre Dios: “El conocimiento de Dios por las realidades creadas viene a ser una revelación permanente del mismo Dios. Y esto significa no tanto que el hombre, desde el mundo, se eleve a Dios, sino más bien que Dios, por el mundo, desciende hacia el hombre y le habla. Todo conocimiento y lenguaje sobre Dios es necesariamente analógico y tiene como objetivo descubrir las relaciones con el Absoluto invisible, con el totalmente otro, afirmando en proporcionalidad lo que Dios es (via afirmationis) y negando en proporcionalidad lo que Dios no es (via negationis)” (18).

Con las herramientas ya clarificadas,  nuestro autor puede descender a la materia de su investigación, los sacramentos, pues precisamente decía San Agustín; “se llaman sacramentos porque en ellos una cosa es lo que se ve y otra lo que se entiende. Lo que se ve tiene figura corporal, lo que se entiende supone un fruto espiritual” (Sermo 272). De ahí que concluya: “La esencia de la sacramentalidad consiste en la relación dialéctica entre signo y significado, visible e invisible, inmanencia y trascendencia, forma y contenido. Ni el signo se entiende separado de su significado, ni el símbolo visible sin relación con lo simbolizado invisible, ni la forma aislada de su contenido. La forma visible no solo remite a un misterio profundo e invisible, sino que además es su manifestación y su epifanía; ella, al mismo tiempo que revela este misterio, lo vela” (19).

Precisamente porque “La historia de la salvación tiene en si misma una estructura sacramental” (28), este trabajo nos lleva a la analogía de Dios.

 

José Carlos Martín de la Hoz

Dionisio Borobio, Historia y teología de los sacramentos. El principio de la analogía sacramental, ed. Sígueme, Salamanca 2012, 286 pp. 9788430117987.