La antropología del Siglo de Oro

 

En el interesante trabajo de investigación realizado por el Profesor mexicano Pablo Sol Mora (1976), sobre el binomio miseria y dignidad del hombre desde los comienzos de la edad cristiana hasta llegar a la literatura del siglo de Oro, se arrojan muchas interesantes lecciones para la teología y la antropología cristianas.

En efecto, partiendo de la fundamentación bíblica de la dignidad de la persona humana, como imagen y semejanza de Dios (Cfr. Gen 1,26), se irá deteniendo en el Nuevo Testamento, y especialmente en las Cartas Paulinas (1 Cor 15, 47-49), para llega a la tradición apostólica y patrística. Finalmente, Boecio nos dirá que el hombre “debe reconocer su propia naturaleza, pues cuando la olvida es peor que las bestias” (64).

Con la Edad Media se alcanza la cúspide de la teología tomista. Siglos después con Fray Luis de León, concluiremos que, al ser Cristo Dios y hombre verdadero, se está recordando la grandeza y la miseria del hombre, hijo de Dios en Cristo. En Cristo se recapitula todo y se salva todo. “Es Cristo la causa meritoria de la justificación humana” (151).

En cualquier caso, el siglo de oro está lleno de un pesimismo de fondo, como los escritos de Francisco de Quevedo (1580-1645), uno de los autores arquetipos de las letras castellanas de ese período. Con respecto al hilo conductor de nuestra historia, Quevedo, contagiado del ambiente general, subrayará la miseria del ser humano, aunque como cristiano que desea ser coherente con su fe, insistirá en que sus personajes, son amados y perdonados por Dios (162). Sobre todo, subrayará este fondo en sus obras características morales o religiosas (163).

Respecto a “La vida es sueño” el autor nos dice que no solo es la mejor obra de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), sino también la mejor expresión dramática del tema de nuestra investigación:  la miseria y la dignidad del hombre (177). El argumento es contundente: ese es el tema de la comedia. Mas adelante nos dirá que para Calderón es importante: “hacer entender al hombre que por su origen divino poseía una dignidad especial de la que debía ser consciente, pero sin equivocarse creyéndose grande por sí mismo, olvidando su esencial miseria humana” (181).

Inmediatamente, investigará nuestro tema en las obras de Lope de Vega (1562-1635): “Los versos de Lope se revelan con más claridad: Dios ciertamente puede ver en el microcosmos del hombre su semejanza, pues en los tres atributos del alma se refleja la Trinidad” (179).

Mas adelante, como no podía ser menos volverá su mirada al jesuita Baltasar Gracián (1601-1658) y su célebre Criticón, donde busca “una pedagogía cuyo objetivo es hacer al hombre plenamente humano -o para decirlo gracianamente, ‘persona’- y, en última instancia, llevarlo a los límites de la perfección convirtiéndolo en modelo de prudencia, discreción, gusto, ingenio, sabiduría y demás virtudes gracianas” (195). De todas formas, no hay que olvidarse del modo peculiar de mirar el mundo del jesuita aragonés, desde la desconfianza y el recelo, pues nada es lo que parece, debido a la depravada naturaleza humana que lo ha echado todo a perder (197).

José Carlos Martín de la Hoz

Pablo Sol Mora, Miseria y dignidad del hombre en los siglos de Oro, ed. Fondo de cultura económica, México 2017, 256 pp.