La batalla de la cultura

 

La lectura de la última obra traducida al castellano del profesor Peter Kreeft, pensador y ensayista americano, titulada “Cómo ganar la guerra cultural”, nos introduce de lleno en una temática de interés general, como es el mundo de las ideas y la apasionante tarea del intercambio cultural.

Deseamos hacer ya una primera consideración que proviene del título del libro, pues resulta claramente engañoso; ya que el autor no plantea en su trabajo una batalla en sentido estricto, sino que trata del libre intercambio de pareceres y de la respetuosa expresión de las ideas sin acritud, ni intemperancias.

Efectivamente, el libro está redactado al más puro estilo americano, con sus giros habituales, expresiones irónicas y con sus argumentos de fondo, que al traducirlos al castellano y al mundo intelectual europeo, ponen de manifiesto los límites de la globalización de las ideas y la imposibilidad de homogeneizar.  Es interesante, comprobar la dificultad para traducir al castellano el vibrante lenguaje de Peter Kreeft, uno de los más importantes estudiosos de Pascal y uno de los más grandes autores controversistas americanos de la actualidad.

La batalla cultural que plantea este trabajo, tiene un tono enérgico de coherencia y amor a la verdad que compagina muy bien, con un exquisito respeto a la libertad de los demás y a los argumentos de los demás.

Así pues el lector europeo, deberá utilizar, si quiere recibir las lecciones de esta obra, una clave hermenéutica fundamental: intolerancia con el error, pero exquisita y delicada tolerancia con las personas.

Además, el libro usa la polémica para abrir al lector los ojos a la realidad, para observar cómo la dictadura del relativismo se va abriendo paso en el mundo de la cultura, el lenguaje y hasta los sistemas jurídicos. Como afirmará el autor,  hay legislaciones ya aprobadas en algunos parlamentos que prohíben términos y expresiones católicas, como si fueran perjudiciales para la paz social (63).

Asimismo insistirá frecuentemente que la verdadera solución para la apertura de las conciencias a la verdad cristiana, pasa por la coherencia de fe y de vida, de los cristianos, que en términos de espiritualidad, se llama santidad: “nada puede derrotarla” (131). Así recordará la famosa afirmación de San Justino: “doce hombres partieron de Jerusalén a la conquista del mundo” y añade: “no podéis imaginarlo. Pero podéis hacerlo. Podéis convertiros en santos” (134). Evidentemente, la santidad es un don de Dios, y los santos, como modelos e intercesores, son el motor y el empuje para los jóvenes (136).

Atrevidamente señalará: “si la quisiéramos de verdad, la tendríamos. Desde el momento en que la queremos la conseguimos” (138). Y un poco más adelante añade que “Dios es un amante, no un ladrón. Solo toma lo que tú le das” (145).

José Carlos Martín de la Hoz

Peter Kreeft, Cómo ganar la guerra cultural. Plan de batalla cristiano para una sociedad en crisis, ed. Cristiandad, Madrid 2017, 157 pp.