La belleza desarmada

 

El sucesor de Luigi Giussani en la dirección de la institución de la Iglesia Católica, Comunión y Liberación, el profesor de escritura de la Facultad de Teología de Milán, Mons. Julián Carrón ha redactado un completo e interesante trabajo acerca del acercamiento a Dios a través de la belleza.

El mundo de la belleza, como camino para el encuentro con Dios se ha manifestado, no sólo como una cuestión de un gran interés metodológico, sino que, además, es desde el Pontificado de Benedicto XVI, una línea pastoral para toda la Iglesia.

Así pues, es preciso, nos explicará el profesor Carrón, dejarnos sorprender por Dios y experimentar constantemente la belleza del acontecimiento divino en nuestro interior, la fuerza del impacto y del encuentro (151).

La belleza de Dios ilumina nuestra vida y se muestra en nuestra sonrisa, se nos hace visible en la oración y en la bondad del hombre y de la naturaleza, incluso se nos hace habitualmente presente en el dolor, en el sufrimiento, la amargura y la cruz aceptada y vivida como camino corredentor.

A través de la belleza del mundo, de la mujer y del hombre, de la armonía de la naturaleza, tanto en el orden macroscópico como en el microscópico, se muestra la belleza de Dios, que aparece como un rayo divino (237).

Es muy importante despertar el interés de las almas por Dios, de los jóvenes y de los mayores, haciendo ver la conexión con la realidad y con Dios que toda verdadera realidad lleva consigo (214).

Así pues, es preciso, como nos subraya Carrón, volver a la experiencia de Dios, a esos tiempos dedicados a la contemplación, a despertar la admiración por la belleza que la creación encierra (151).

Es interesante la llamada que lanza el profesor Carrón al sentido de responsabilidad de todo cristiano para asumir en primera persona el encuentro personal con Jesucristo, la transformación vital de su personalidad y asumir, con la gracia de Dios, la urgente necesidad de contagiar la fe en el ambiente donde viva (248). La iniciativa de los cristianos para generar obras sociales, educativas, culturales, donde Dios se abra camino en las almas, donde se produzcan cambios de vida, cristianos adultos, transformados por la verdad (252).

Es muy importante que esa creatividad apostólica sea sobreabundancia de la propia vida espiritual, pues como decía san Bernardo, no somos canal que emite toda el agua que recibe, sino concha que se llena, se desborda y permanece colmada. A lo que Carrón añade que debe sumarse la coherencia de fe y vida a la fe que transforma la cultura en la que vive: una fe transformante y transformadora (264). Así pues, es capital para Carrón el diálogo: el que opina distinto no es un enemigo, sino alguien que como yo desea contribuir al bien común.

José Carlos Martin de la Hoz

Julián Carrón, La belleza desarmada, ediciones Encuentro, Madrid 2016, 311 pp.