La Blanca Paloma

 

En el siglo XX florecieron después del Concilio Vaticano II, grandes teólogos y moralistas que llevaron a cabo la aplicación de las luces del Concilio Vaticano II al ámbito de la Teología y, especialmente, a la Teología Moral Fundamental.

Entre ellos, hemos de mencionar en primer lugar al papa Juan Pablo II, al papa Benedicto XVI, pero también y con especial veneración al cardenal arzobispo de Bolonia y profesor de Teología Moral Fundamental, recientemente fallecido Carlos Caffarra (1938-2017).

Precisamente, en estos días en los que transcurre la tradicional Romería de la Virgen del Rocío, cuando miles de hombres y mujeres del mundo entero recorren con alegría y penitencia el camino de la aldea del Rocío, para ponerse a los pies de Ella, es momento para recordar al Espíritu Santo.

Es claro que la Virgen del Rocío, La Blanca Paloma, es venerada en la Aldea con la advocación de la Esposa de Dios Espíritu Santo y eso quiere decir que es venerada y recordada como la Madre de Dios y como intercesora delante de Dios para obtener sus gracias y dones.

Es conmovedor en estas semanas previas al domingo de Pentecostés, como se producen abundantes conversiones, la revitalización de la vida cristiana, en la práctica sacramental de la confesión y la comunión y el santuario del Rocío es un hervidero de alegría del regreso a la casa de Dios y de su Madre Santísima.

 Asimismo, hemos de recordar que el cardenal Caffarra, escribió un trabajo muy importante en el ámbito de la teología moral, La Vida en Cristo, que fue traducido a las principales lenguas y en donde recogía de un modo sintético la riqueza de su pensamiento teológico y la síntesis de su aportación a la teología.

El trabajo busca enseñarnos que la moral no es un conjunto de reglas prácticas para la vida o una sumatoria de exigencias a modo de código de conducta, ni leyes frías a las que atenerse para llegar a la salvación, sino una identificación, un vivir juntos, una experiencia vital; donación continuada a la persona amada.

Es muy importante comprobar que el profesor Caffarra dedica muchas páginas de su densa y esencial obra, al estudio de la acción del Espíritu Santo en las almas. El modelo es Cristo, el amor es Cristo, el objetivo es Cristo, pero el modelador, el inspirador, quien santifica es el Espíritu Santo: “Quien lleva a cabo nuestra inserción en Jesucristo es el Espíritu Santo, que se nos da, está presente en nosotros como principio que opera nuestra asimilación a Cristo y habita en nuestro corazón. Por tanto, la ética cristiana encuentra su manantial en el Espíritu” (29).

José Carlos Martín de la Hoz

Carlo Caffarra, Vida en Cristo, ed. Eunsa, Pamplona 1988, 236 pp.