La censura Inquisitorial española

 

Desde la llegada, extensión e imposición de la imprenta en el mundo occidental, a finales del siglo XV, se reactivaron y se desarrollaron aún con mayor virulencia las medidas de censura de los libros. Las primeras medidas son del ámbito civil, pues los libros llenan las cabezas de los hombres.

Pronto esas medidas llegaron también con gran virulencia a la Iglesia Católica encargada de velar por la integridad de la fe y del mensaje cristiano en el mundo entero y, por tanto, de acuerdo con el oficio de regir y de enseñar, la pureza de la fe era patrimonio de los obispos y del papa.

Así mismo, por la velocidad de la imprenta y la imposibilidad de poder llegar a conocer los libros que se editaban en el mundo entero, comenzaron a elaborarse los índices de libros prohibidos por la Inquisición Romana.

Pronto esa faceta de la defensa de la fe cristiana tuvo su repercusión en España y en los inmensos territorios del Imperio español, tanto durante el reinado de Carlos I como en el de su hijo Felipe II.

A continuación, viene el reflejo de la censura civil en la censura eclesiástica, con la elaboración de un índice de la Inquisición española, teóricamente más benévolo, que el de la Inquisición romana, pues no era un índice eliminativo sino expurgativo, permitiendo la lectura del resto de la obra, mediante una sencilla eliminación de algunas ideas.

El profesor Martínez de Bujanda, Emérito de Historia del Renacimiento de la Universidad de Sherbrooke, Quebec (Canadá), ha redactado y publicado en la Biblioteca de Autores Cristianos, una de esas obras que podrían denominarse de toda la vida o de resumen de una investigación de toda una carrera académica, aunque se nota que no está completamente ambientada en España.

El autor se va a detener en su extenso trabajo en los protocolos que se seguían tanto para la censura civil como para la eclesiástica, así como también las reglas para elaborar los índices y las materias que debían investigarse (44).

Es interesante, como nos recuerda el profesor Martínez de Bujanda, cómo gracias al sistema expurgativo se podían arreglar cuestiones de detalle o discusiones de Escuela que en Europa se resolvían incluyendo, por ejemplo, a Santo Tomás de Aquino en el índice de Libros prohibidos y en España, en cambio, solo se suprimían algunas líneas que podían malentenderse y de ese modo resolver rencillas entre viejas escuelas teológicas en liza (94).

Es llamativo el número de libros (73) que fueron a parar al índice y también las materias que fueron investigadas, de modo que tanto los literatos como los propios autores espirituales se sometieron a la autocensura (94)

José Carlos Martín de la Hoz

Jesús Martínez de Bujanda, Censura de la Inquisición y de la Iglesia en España (1520-1966), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2019, 274 pp.