La existencia virtuosa

 

En el interesante trabajo del profesor de Teología Moral de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Oporto, Jorge Cunha (1958), recientemente publicado y que ahora, aunque sea brevemente, deseamos comentar, se detiene a reconsiderar algunas cuestiones claves de la teología moral moderna y, especialmente, el concepto cristiano de la virtud.

Precisamente, a la hora de introducir esta materia lo primero que hace nuestro autor es traer a colación el desprestigio del término e incluso los vanos y superficiales motivos que llevaron a algunos filósofos, pensadores y teólogos moralistas a dejarlo caer en el desuso (91).

Es interesante, comentar que nuestro autor comienza casi por pedir disculpas por volver sobre esta materia, pero se nota que deseaba ardientemente revalorizarla, o al menos volver a plantear el debate sobre la cuestión, pues sin duda que la virtud ha dado siempre motivación, arraigo a la vida moral y sobre todo conlleva vida armónica a la madurez del amor (92).

Enseguida, nos recuerda nuestro autor, la identidad que existe entre el concepto de virtud en la filosofía moral de santo Tomás de Aquino (1225-1274) y el de fin último, pues su tesis fundamental es que conviene al hombre obrar por un fin (Suma teológica, I-II, q.1, a.1).

Evidentemente, hemos de recordar que los actos humanos se distinguen de los actos del hombre en que son aquellos que proceden de una voluntad deliberada, y que, por tanto, intervienen el entendimiento y la voluntad para que pueda hablarse de una acción libre y en conciencia. De modo que si se dirige al fin último será buena y si se separa del fin último será mala (95).

Es interesante, como nos recuerda el profesor portugués, regresar al texto del vaticano II, en el documento Optatam totius cuando nos habla de la nueva exposición renovada de la moral de modo que “su exposición científica, más nutrida de la Sagrada Escritura, ilustre la sublimidad de la vocación de los fieles en Cristo y su deber de dar fruto de caridad para la vida del mundo” (n.16).

En ese sentido, terminará el profesor Cunha su recorrido de una manera muy ilustrativa y realmente objetiva, pues la cuestión no se presenta nada fácil de resolver: “la teoría de los actos humanos no tenía posibilidad alguna de aproximarse a estas ideas teológicas. Es verdad que santo Tomás escribía su tratado precedido por un discurso sobre el ‘fin último’ que es Dios. En su gran visión, el espíritu humano orientado al fin último era el criterio definitivo de la virtud. Pero esa idea no hizo fortuna en la tradición posterior, de forma que la alusión al fin último ha dejado prácticamente de existir en la teología moral moderna” (112-113). Así pues es necesario volver a presentar al hombre contemporáneo estos conceptos claves de fin último, bien y virtud, para poder ofrecer una norma ética profunda, sólida y atractiva.

José Carlos Martín de la Hoz

Jorge Cunha, La ética de Jesús, ediciones sígueme, Salamanca 2018, 124 pp.