La Imaginación Teo-política de Cavanaugh


 


 


La reciente editorial Nuevo
Inicio ha publicado el ensayo de William Cavanaugh Imaginación Teo-política. Tal y como se dice en la
solapa, el propósito de la editorial es romper el dualismo entre el
pensamiento conservador y el liberal. Cavanaugh, profesor universitario,
teólogo y laico puede representar esta línea de pensamiento.


 


Este breve ensayo está
dividido en tres partes claramente diferenciadas, en la forma y en el fondo. El
primer capítulo es quizás el más interesante, se titula
"El mito del estado como salvador". Cavanaugh hace en él una
crítica al pensamiento de Hobbes y Locke, escogidos como fundadores
reales de la idea del estado, aunque partan de principios distintos. Se parte
de que en las sociedades modernas se ha ido creando la idea de estado, que
posteriormente se convierte en estado-nación, a la que la persona
recurre constantemente como tabla de salvación del progreso de la
sociedad y de ellos mismos. Precisamente es la creación del estado
moderno el hecho que desplaza a la religión de la sociedad. En otras
palabras, la creación del estado llevó pareja la
consideración de la
Iglesia y de la
Fe como religión, término desconocido antes
para referirse a la doctrina cristiana y a la jerarquía
eclesiástica, como enseguida se desarrolló, particularmente a
partir de lo que se vino a llamar históricamente las guerras de
religión. En este análisis es donde Cavanaugh resulta más
convincente y desde luego innovador. Su hipótesis es que en realidad no
se trató de guerras de religión sino de guerras por la
hegemonía de los estados, que necesitaban a toda costa marginar a la Iglesia. El medio fue  considerarla una religión, o sea, o
una devoción restringida al ámbito privado.


 


El segundo capítulo,
"El mito de la sociedad civil como espacio libre", insiste
más o menos en la misma idea, pero trasladando esta vez el acento a lo
que se viene a llamar la sociedad civil, que no es más, según
Cavanaugh, que una continuación del poder del estado sobre la persona, a
quien no se le deja actuar nada más que en la marginalidad, a
través de organizaciones de sociedad civil que en realidad colaboran con
los fines del estado. Cavanaugh es muy crítico con los programas iniciados
en algunos centros educativos católicos, en virtud de los cuales los
centros educan a los niños con programas especiales para ser buenos
ciudadanos de su país, idea que alimenta a su vez la dañina
noción del estado-nación, con lo que en realidad se favorece la
marginación de la persona de fe.


 


En "El mito de la
globalización como catolicidad", Cavanaugh pone de manifiesto su
desacuerdo con la idea de que la globalización es una manera de
"ser católico" y que, por tanto, el estado a través
de la globalización logra los mismos fines que ha pretendido la Fe Católica desde sus
orígenes, es decir, la universalidad. Este capítulo, más
breve que el resto, es claro y directo, aunque fundado en ese presupuesto que
confunde globalidad y catolicidad.


 


Sin embargo, creo que Cavanaugh
no acaba de clarificar a dónde quiere llegar. Su alternativa de vida y
de sociedad es lo que él llama la política eucarística,
idea un tanto difusa que le sirve para criticar los tres factores anteriores en
función de una idea madre sobre la cual pivota todo el libro, que es que
la Iglesia, la Fe y las personas deben vivir
unidos por la
Eucaristía, en torno a comunidades unidas mediante la
fusión en la
Eucaristía, que, a su vez, nos da un sentido universal
y verdaderamente católico de la existencia humana.


 


La idea no está
suficientemente desarrollada. A pesar de la interesantísima
crítica de los dos primeros puntos, Cavanaugh adolece de un cierto
utopismo que no queda resuelto en ninguno de los capítulos.
Fácilmente se puede llegar a la conclusión de que el
estado-nación trata de absorber todo el dominio sobre la persona, para
lo que no está en absoluto legitimado; de que lo que se llama la
sociedad civil y la creencia en una ciudadanía es también parte
del mito estatalizante; y de que la globalización no es más que
un sistema de competencia entre estados que no tiene nada que ver con la idea
de igualdad católica que inspira la Fe.
Pero no se dice nada de cómo tendría que
organizarse el mundo si las cosas fueran de otra manera. Queda abierta la
pregunta de qué pasaría con los actuales medios de producción,
instituciones, etcétera. Da la impresión de que este ensayo pone
de manifiesto el problema pero no la solución. Por otro lado, el origen
norteamericano de Cavanaugh no le hace ver algunos de los rasgos comunes que podría llegar a tener con una cosmovisión
contrarrevolucionaria de origen europeo y de gran tradición, a pesar de
que algunos de sus representantes sean británicos. A pesar de un
acertado aparato bibliográfico, surge la pregunta de si tal vez el autor
confunde el estado-nación liberal y postrrevolucionario con el estado,
más patria que nación, prerrevolucionario. Estos puntos
débiles dejan abiertas demasiadas dudas.


 


En definitiva, este ensayo abre
una línea de investigación histórica muy interesante al
plantearse serias y fundadas dudas sobre la creación del estado;
también es muy válido el análisis sociológico del
funcionamiento de la sociedad civil, pero la falta de fundamentación de
las alternativas deja incompleto un trabajo que podría significar una
verdadera alternativa al pensamiento débil dominante.


 


 


Carlos Segade


Profesor del Centro Universitario
Villanueva


 


 


Cavanaugh, William: Imaginación
Teo-política


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6163