La revolución de Salamanca

 

En lo que llevamos de año han sido ya muy abundantes los congresos internacionales, simposios, publicaciones y libros de investigación acerca de la llamada revolución cultural de mayo del 68, es decir aquellos hechos que comenzaron en la Universidad de París y que tuvieron una amplia repercusión en universidades de los cinco continentes.

Precisamente, en 1538 se producía otra revolución de gran calibre y repercusión en la Universidad de Salamanca que también se expandió por el mundo entero, a través primero de las publicaciones, pues escribían y hablaban en latín culto y esa era la lengua común de la Iglesia, de la cultura, de la política, de la ciencia y de la literatura y el pensamiento clásico que el humanismo estaba poniendo de moda en la civilización occidental.

Se esforzaron en crear un clima de revalorización y estudio de la Sagrada Escritura y sus sentidos, impulsaron el conocimiento de los padres de la Iglesia y de la rica Tradición patrística del cristianismo, promovieron la lectura y ediciones del Magisterio, del Corpus Iuris Civilis et  Canonici, de los grandes escolásticos del siglo XIII, etc., todo ello servía para aplicar los argumentos de autoridad a las cuestiones candentes y así mediante el uso de los Lugares Teológicos se llegará a un método de hacer teología seguro, ágil y eficaz.

En ese año de 1538 Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y Melchor Cano, ponían en marcha en la Facultad de Teología de la más antigua Universidad de España, la revolución de leer directamente a Santo Tomás de Aquino y su obra más completa, la Suma Teológica en las aulas universitarias y a través de las Relecciones Teológicas (conferencias públicas sobre una cuestión de interés general), que cada catedrático debía pronunciar una vez al año, llegaron a todo el claustro y a todos los alumnos de las demás facultades.

Leían a Santo Tomás, lo actualizaban, lo asimilaban, le planteaban interrogantes y, finalmente, lo aplicaban haciéndolo avanzar, a las cuestiones controvertidas de su época: el divorcio de Enrique VIII, el problema de los indígenas de América, la guerra justa, la deliberación de las causas de los pobres y el secreto inquisitorial.

Además, formaron una pléyade de personas de los diversos órdenes del pensamiento y la vida del país como Martín de Azpilcueta, Diego de Covarrubias, fray Luis de León, Fray Luis de Granada, Tomás de Mercado, Domingo Báñez, Francisco Suárez, Luis de Molina y tantos otros que sería prolijo mencionar. Muchos de esos alumnos y profesores llevaron el método teológico de Salamanca y el espíritu optimista lleno de confianza en Dios y en la naturaleza humana y su dignidad a todas las universidades de Europa y de América. Finalmente, influyeron en el Concilio de Trento, que terminó sus sesiones precisamente en 1563.

José Carlos Martín de la Hoz