La Sangre del Pelícano

Miguel Aranguren ha escrito una novela, con ganas de convertirla en bestseller, con todos los ingredientes de la modernidad, pero con un enfoque distinto, meritorio, me atrevería a decir que provocador.

La trama de la novela es sencilla. Se trata de una conspiración contra la Iglesia, contra el mundo en general, por parte de una secta satánica, y dos personajes, uno cura y otro policía, encargados de descubrirla y ahogarla.¿Tópica? Según como se mire.

Aranguren responde a la moda de tantas novelas de nuestros días en las que los buenos son todos menos los curas, la Iglesia o las antiguas órdenes, sean militares o no. En esta novela sucede exactamente al revés, pero con una dosis de realismo que hace que el lector no tenga que enfrentarse a la visión edulcorada, ficticia, tontamente moralizante, de algunos relatos que salen al mercado para contrarrestar esa ola de idiotez literaria que se propone falsear y manchar a cualquiera que confiese su fe, especialmente la católica. Es precisamente la fe la que sale mejor parada. De hecho, las partes que suceden en China y que protagonizan los católicos chinos fieles a Roma atrapan el interés del lector desde el principio, tal vez por ese ambiente inédito en la literatura occidental.

La Sangre del Pelícano es una novela entretenida, de casi quinientas páginas que se leen en un santiamén. Contiene todos los elementos del género de intriga: los distintos lugares, París, Roma, Nueva York, Granada, Cantón; el policía un tanto descreído y cínico; acción; capítulos breves que dejan al lector sumido en la incertidumbre; etc. Por eso, la novela es muy recomendable; es una de las pocas veces en las que una novela de nuestro tiempo se lee sin tener que sufrir descripciones sexuales cada equis páginas al estilo de Follet, actitudes humanas con las que uno difícilmente se puede identificar, como sucede con casi toda la novela negra contemporánea, o invitaciones a la militancia masónica como sucede con Jacq. Eso no significa que los personajes sean recios hombres y mujeres de misa diaria que viven en un limbo de ciudadanos puros. No. Aranguren deja claro que hay algunos personajes con una fe a prueba de tentaciones diabólicas, pero también los hay tibios, descreídos o ateos bienintencionados, o sea, como la vida misma.

Esperemos que esta sea la primera de una larga serie de novelas que entretengan, no falseen la realidad, aunque haya ficción, y que superen con creces el listón del buen gusto.

Carlos Segade

Profesor del Centro Universitario Villanueva

 

Aranguren, Miguel: La Sangre del Pelícano

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