La verdad acaba imponiéndose

 

En el último domingo de adviento de 1511 en la Isla de la Española se celebraba solemnemente la santa Misa. En la primera fila asistían las autoridades civiles y militares, presididos por el Gobernador Hernando Colón y su corte en aquellas tierras descubiertas en América y cabeza de puente de lo que serían las grandes tierras de expansión del reino de Castilla.

Mediante las bulas de donación del papa Alejandro VI a los Reyes Católicos de 1493 y merced al Patronato de Indias, la comunidad dominicana gobernada por Fray Pedro de Córdoba había llegado a la isla y había comenzado la catequesis sistemática de la población indígena.

Unas pocas semanas bastaron para que aquellos santos religiosos pudieran comprobar que la situación no correspondía ni a la mente jurídica de la Corona, ni a la doctrina de la Iglesia Católica respecto al trato con los naturales.

Lo que Nicolás de Ovando en 1503, con la aprobación de la Reina Isabel había impulsado bajo el título de “Encomienda”, no correspondía a la realidad. El pacto de enseñar a los indios la religión, un oficio y a vivir en policía, a cambio de vivienda y alimentación, se había convertido en la vida real de muchos indígenas en una esclavitud y tiranía encubiertas.

Aquella mañana del 21 de diciembre, fray Antón Montesinos, en nombre y por boca de la comunidad dominicana exclamó con voz profética palabras muy duras que transcritas, años después por Bartolomé de las Casas suenan así: “Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decir, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?” (Las Casas, Historia de las Indias, cap. 4).

A partir de entonces comenzó un largo camino jurídico, político y social que condujo a la legislación laboral más adelantada de su tiempo y en la recopilación de las leyes de Indias y del desarrollo del derecho de gentes más avanzado de su tiempo.

Así pues, las palabras de la Reina Isabel en su testamento de 1504, terminaron por hacerse realidad con la abolición del régimen de Encomienda y su aplicación desde las leyes de 1542. La esclavitud de los indios fue prohibida, pues al decir de la reina eran súbditos de la corona de Castilla (62). Indudablemente la encomienda estaba bloqueando la profunda y verdadera evangelización (111).

En este trabajo que ahora presentamos, se recoge de modo interdisciplinar un conjunto de investigaciones que son un rendido homenaje a la figura de Antón Montesinos que desde 1512 hasta 1514, estuvo en la Corte (243) combatiendo para lograr las leyes de Burgos de 1512 (76) y de Valladolid de 1514 (121).

En efecto las ideas de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto desde la Universidad de Salamanca y Bartolomé de Las Casas en la Corte y de tantos otros misioneros, juristas y soldados hicieron posible que la Evangelización fuera un éxito y que se corrigieran los desvaríos de la gobernación o de la codicia de los hombres.

José Carlos Martín de la Hoz

Silke Jansen (ed), Fray Antonio de Montesino y su tiempo, ed. Iberoamericana -Vervuet, Madrid 2017, 261 pp.