Los primeros cristianos en Roma

 

El cristianismo es vida y se contagia con la vida, de ahí que, impulsados por el Espíritu Santo y con plena conciencia de lo que tenían que vivir y trasmitir, los primeros cristianos llevaron el Evangelio hasta el último rincón de la tierra.

Tenemos muchas pruebas, rastros, documentos y escritos, que demuestran cómo a través de la familia, de las relaciones de parentesco y de amistad se fueron extendiendo primero por Judea, Palestina, Galilea y, después, por las rutas marítimas del mediterráneo llegaron a los puertos de mar y, desde ahí, finalmente a través de las calzadas romanas alcanzaron los pagos, el campo: hasta el extremo del mundo.

Como afirmaba san Justino en una de su Apologías redactada en el siglo II: “doce hombres partieron de Jerusalén a la conquista del mundo”. Primero, por tanto, del mundo conocido, el imperio romano y la civilización occidental y, después, a lo desconocido: hasta la India llegó santo Tomas y el apóstol Santiago hasta el finis terrae, hasta Galicia, las islas británicas, etc.

El profesor de Historia de la Iglesia Antigua y Patrología de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, de Roma, Jerónimo Leal, ha tenido la delicadeza de redactar, documentar y resumir tantas horas de estudio y de investigación, de visitas a las catacumbas romanas y a otros yacimientos arqueológicos.

De ese modo, ha sabido mostrar, en el trabajo que ahora presentamos, ordenadamente la vida cotidiana de los primeros cristianos, es decir de aquellos contemporáneos de los primeros apóstoles (9, 15), en un lugar tan privilegiado como la ciudad eterna de Roma, donde san Pedro, movido por el Espíritu Santo, llegó para constituir una comunidad cristiana importantísima y establecer la cátedra de Pedro y la sede del santo Padre hasta el día de hoy, y donde también fue martirizado san Pablo el apóstol de los gentiles.

Es particularmente importante, en este trabajo, como no podía ser menos, las referencias a la Santa Misa y al culto eucarístico que vivían los primeros cristianos y que el autor ha sabido rescatar y señalar oportunamente, así como las referencias a la celebración diaria (27) al amanecer (69), antes de acudir a los trabajos, ocultamente en aquellas catacumbas, en celebraciones conmovedoras, que han continuada  casi literalmente, hasta nuestros días, en la larga historia de la tradición de la liturgia católica de rito romano (75).

También son muy oportunas las referencias al extraordinario papel de la mujer en la vida de la Iglesia, tanto como transmisora de la fe en la familia, entre las amigas y todos los ambientes, como en el cuidado de las domus Ecclesiae, cuidado de los enfermos, de los necesitados y del amplio ejercicio de las caridad cristiana (59-60).

Finalmente no faltan referencias al mundo del trabajo y a las conversiones al cristianismo fruto del apostolado cristiano ejercido con una gran naturalidad y espontaneidad a través del método evangélico de la conversación familiar, de amistad y profesional (79-80).

José Carlos Martín de la Hoz

Jerónimo Leal, Los primeros cristianos en Roma, ed. Rialp, Madrid 2018, 102 pp.