Lucidez y sentido común

 

Vasili Grossman escribió Que el bien os acompañe (Galaxia Gutenberg) en 1962, en circunstancias muy penosas. Proscrito y perseguido en la Unión Soviética, le habían confiscado sus escritos y temía que hubieran destruido el manuscrito de Vida y destino, su obra más conocida, inédita entonces. No sabía que una copia pudo salir clandestinamente de Rusia. Para escapar de este ambiente tan opresivo, acepta viajar a Armenia, cuando le encargan la traducción al ruso de una obra del escritor Martirosián (Hrachya Quochar). En el viaje a aquella –entonces– república soviética, se manifestarán los primeros síntomas de la enfermedad que acabará con su vida en 1964.

En este magnífico relato acerca de sus impresiones de la estancia de unos pocos meses en Armenia, encontramos textos tan lúcidos como este, muy apropiados, me parece, para los tiempos que corren tanto en España como en otras zonas de Europa: La base del carácter nacional es la naturaleza humana. Un carácter nacional es un matiz, un color de la naturaleza humana, su forma cristalizada. La relación entre personas de nacionalidades diversas enriquece la convivencia humana y la hace más colorida. Pero la condición necesaria para ese enriquecimiento, la primera, la principal, es la libertad. ¡Qué riquezas tan beneficiosas y fructíferas aportan a la gente los contactos con personas de otras naciones si se dan en libertad (pág. 21).

Educado en el ateísmo, descubre en los campesinos armenios, sobre todo, unos rasgos de bondad y de generosidad, a pesar de la pobreza en la que viven, que lo conmueven, así como la sencillez y la belleza de algunas iglesias y ermitas antiquísimas: Yo, ateo, al mirar esta iglesia pienso: 'Tal vez Dios sí que exista. Si esa es su casa, ¿cómo pudo aguantar en pie deshabitada durante mil quinientos años? Solo una fe de una pureza infantil pudo ayudar a la gente a levantar estas iglesias y capillas, estos monasterios (pág. 99).

Esto contrasta con la actitud ambiciosa y arribista que observa en las autoridades, en comisarios políticas y en algunos científicos, artistas y escritores con los que establece alguna relación durante el viaje, y que lo lleva a otra lúcida conclusión: Entre la gente dotada, de talento, a veces geniales virtuosos de las fórmulas matemáticas, del verso poético, de la frase musical, del buril y del pincel, abundan los que son, en su alma, nulos, débiles, mezquinos, libidinosos, glotones, serviles, egoístas, envidiosos, moluscos, babosas en quienes la irritante angustia de la conciencia acompaña al nacimiento de una perla. El don supremo de la humanidad es la belleza del alma, la generosidad, la nobleza y la valentía personal en nombre del bien. Es el de ciertos guerreros tímidos y anónimos, de ciertos soldados rasos que con sus hazañas impiden que el hombre se convierta en una fiera (pág. 116).

A esto hay que unir las magníficas descripciones del paisaje, de algunas costumbres y tradiciones armenias, y del contacto con la gente corriente al margen de las celebraciones y del recorrido oficiales. Un breve texto que merece la pena leer.

Luis Ramoneda

Vasili Grossman. Que el bien os acompañeGalaxia Gutenberg. 2019.