Más allá de la contienda

Con motivo del centenario de la Guerra del 14, vale la pena leer con detenimiento la reedición de los artículos de prensa del célebre escritor francés Romain Rolland (1866-1944) redactados durante la Primera Guerra Mundial (1914-1917). Con la lectura de estas páginas aprenderemos la lección de la paz incluso durante un absurdo conflicto bélico que implicó a toda Europa y destruyó miles de vidas humanas y parte importante del patrimonio cultural del continente.

El autor fue en aquellos años casi una voz aislada pues la mayoría de los intelectuales de ambos bandos callaron o apoyaron a las tropas en los combates, por eso afirmaba Rolland con dolor: “Desde hace un año, mis enemigos se han multiplicado. A ellos van dirigidas estas palabras: pueden odiarme, pero no conseguirán enseñarme a odiar. No tengo nada que ver con ellos. Mi tarea es decir lo que considero justo y humano. Si esto gusta o irrita, es algo que no me atañe. Sé que las palabras pronunciadas recorren por sí mismas su camino. Yo sólo las siembro en la tierra ensangrentada. Tengo confianza. Ya germinarán” (p.15; cfr. p.157). A lo que añade: “Aquel que, en medio de la guerra, se empeñe en defender la paz entre los hombres, sabe que su fe pone en riesgo su tranquilidad, su reputación y hasta sus amistades. Sin embargo, ¿qué valor tiene la fe para quien no arriesga nada por ella?” (p.105).

En el comienzo del siglo XXI, es importante que resuenen con fuerza las palabras de Rolland, en el artículo que da nombre a esta obra, dirigidas a los gobernantes de Europa. Después de presentar el ejemplo heroico de los soldados: “Teniendo en las manos tales riquezas vivientes, tales tesoros de heroísmo, ¿en qué los habéis gastado? ¿Qué recompensa tendrá la generosa entrega de esta juventud ávida de sacrificio? Yo os lo diré: su recompensa es degollarse unos a otros; su recompensa es la guerra, este conflicto sacrílego que permite ver el espectáculo de una Europa demente, que se sube a la hoguera y se desgarra con las manos, como Hércules” (p.34).

Es importante su llamada a vivir siempre la caridad, patrimonio de la Europa occidental: “La guerra me parece odiosa, pero más odiosos son los que la cantan sin participar en ella. ¿Qué diríamos si los oficiales marcharan detrás de sus soldados? El papel más digno de los que vienen detrás es levantar a los que caen y recordarles, en medio de la batalla, aquella hermosa divisa demasiado olvidada: Inter arma caritas” (p.61).

Los artículos hablan de los prisioneros de guerra, de los civiles muertos o desplazados, de la destrucción del Patrimonio cultural, y, según se va acercando el final de la contienda, del afán de exterminio y humillación del pueblo alemán engañado por sus gobernantes: “Se hace la guerra a un Estado pero no a un pueblo” (p.77). Es la pregunta que le hacían:

Terminaremos con las palabras finales del libro: “No distinguimos entre pueblos: conocemos un solo Pueblo, único y universal, el Pueblo que sufre, que lucha, que cae y se levanta, y que avanza siempre por un camino difícil empapado de sudor y sangre, el Pueblo de todos los hombres, todos hermanos por igual. Y para que, al igual que nosotros, tomen conciencia de esta fraternidad que ponemos por encima de sus ciegos enfrentamientos, el Arca de la Alianza, el Espíritu libre, uno y múltiple, eterno” (p.158).

 

José Carlos Martín de la Hoz.

 

Romain Rolland, Más allá de la contienda, ed. Nórdica Libros, Madrid 2014, 161 pp.