El sociólogo alemán Heinz Bude aporta en este interesante ensayo sobre el miedo, un gran cúmulo de impresiones, estudios de pautas conductuales, estadísticas y teorías más o menos certeras, acerca de un problema verdaderamente inesperado en una sociedad y en una cultura herederas de la modernidad.

Realmente las altas cotas de libertad personal y de bienestar social, que se han alcanzado en la sociedad, pero sin haber contado en muchos casos con una antropología abierta a la transcendencia y a Dios, ha provocado desajustes emocionales,  falta de certezas morales, además, también han faltado modelos próximos de pautas de conducta maduras, por el abundante número de familias desestructuradas. La ausencia de trascendencia hace aumentar el  miedo y ese miedo, ha ido inquietando cada vez más a la amplia capa de la sociedad europea que es la clase media, esencial para el nuevo orden mundial globalizado.

Al tradicional miedo a lo desconocido o sencillamente al peligro tanto físico como espiritual (87), se añade en la actualidad un conjunto creciente de incertidumbres: crisis económicas, inmigración (132), al Islam (134), o de tipo afectivo, con la habitual falta de capacidad de compromiso (31), inestabilidad o desconfianza de los demás (115 y 121). En definitiva el miedo e incluso pavor a perder, a quedar mal (59).

Una de las propuestas del autor, verdaderamente,  al alcance de la mano, sería impulsar la creatividad, la tozudez, inyectar de nuevo el tesón, a tantos miles de jóvenes para ser el emprendedor que demanda la sociedad; quien ante los fracasos, una y otra vez se rehace para volver a poner en marcha recursos, personas e ilusiones (67).

Es interesante que en este trabajo se aborde  el miedo al dominio que Internet, a través de  a las redes sociales, va ejerciendo sobre nuestros gustos, aficiones e interés, pues van conjugando datos, cruzando información en la búsqueda de clientes potenciales, y, por tanto, acaban por adelantarse a las necesidades de una persona, e incluso llegan a ir creando esas necesidades y, finalmente, terminarán convirtiendo nuestra libertad y derecho a la intimidad en nada. Verdaderos esclavos del poder de nadie  o de todos los que me espían (102-106).

La metodología utilizada por el autor, en este trabajo, es esencialmente sociológica y experiencial,  por tanto no aborda el ángulo de la trascendencia del hombre, su destino eterno, su dimensión espiritual, es decir, su tratamiento adolece de hondura antropológica, lo que, indudablemente, completaría este trabajo. Así por ejemplo nos dice: “La confesión de miedo es indiscutible, porque las objeciones no afectarían a la adecuación del enunciado a la situación, sino a la credibilidad del hablante. Resulta legítimo dar a conocer el miedo como argumento para estar en contra de algo, sobre todo si uno lo hace en nombre de otros que no se atreven a hacerlo, que carecen de voz o que o son capaces de darse cuenta de la situación. Expresar miedo en nombre de otros puede causar graves problemas a la dirección de un Estado, de una empresa o de una organización civil. Diciéndolo con otras palabras: revelar miedo puede hacerlo a uno débil en lo privado, pero fuerte en lo público” (116).”

 

José Carlos Martín de la Hoz

Heinz Bude, La sociedad del miedo, ed. Herder, Barcelona 2017, 165 pp.