Estaba al habla estos días con la historiadora María Hernández Sanpelayo quien me refería que estaba redactando una semblanza biográfica de la primera agregada de la Prelatura del Opus Dei en el mundo que había pedido la admisión en la Obra en los años cincuenta y había fallecido en Venezuela con más de noventa años de edad.

Hablando de un posible hilo conductor del libro le sugería la palabra naturalidad pues, aunque fuera construir la casa por el tejado es indudable que si tienes el final del libro es más fácil redactar hacia atrás o desde atrás para mostrar el despliegue en la vida de esa persona la virtud de la naturalidad.

En efecto, la vocación de enamorarse de Jesucristo en la vida corriente y discurrir toda la vida desplegando el amor a Dios y a los demás en la vida familia, las amigas, los compañeros de trabajo, vecinos, y. además, en Valencia, Madrid, Caracas o Maracaibo es sencillamente formidable.

El 26 de junio de 1974, exactamente un año antes de fallecer, san Josemaría Escrivá de Balaguer estaba en un gran teatro, el Coloseo de Buenos Aires y en una reunión familiar de miles de personas el fundador del Opus Dei se paró y contemplando aquella multitud exclamó: “hijos míos meteos por todas partes”.

Efectivamente, gracias a la naturalidad de la caridad, los files del Opus Dei, bien centrados en Jesucristo, pueden meterse hasta el último rincón de la tierra, en todos los ambientes, maneras de pensar, clases sociales y contagiar ese amor a Jesucristo con la naturalidad de su vida y la naturalidad de la amistad.

La ventaja de ser cristianos corrientes, profesionales normales, amigos de sus amigos, uno más, es que pueden ser como el fermento en la masa por la vía de la naturalidad. No se trata de dar ejemplo, sino de contagiar el amor de Dios y a las almas que llevan en su corazón.

Con la naturalidad con la que mana el agua de una fuente, brota la persuasión de la vida cristiana a llenar este mundo de amor. Como repite constantemente el papa Francisco se tratar de la revolución del amor. ¿Qué pasaría si un día todos los cristianos nos pusiéramos de acuerdo en amar a Dios y a todos los que nos rodean?: cambiaría el mundo en un momento.

Precisamente estos días el papa Francisco va a permanecer físicamente con millones de jóvenes en Lisboa y a través de los medios de comunicación con otros muchos millones de jóvenes más. La esperanza de la Iglesia y del mundo es que al ver la entrega y la felicidad del Papa Francisco se contagien de su amor y se produzca la ansiada revolución que el papa preconizó en la Encíclica Fratelli tutti”: “la revolución de la caridad”.

José Carlos Martín de la Hoz

Papa Francisco, Encíclica “Fratelli tutti”, Roma 3 de octubre de 2021.