¿Para qué sirve la historia?

 

El profesor de historia de América, de la cultura y de la sociedad y académico francés Serge Gruzinski (1949), ha publicado un interesante ensayo de filosofía de la historia, en el que vale la pena detenerse, pues contiene ideas y enfoques novedosos, sobre todo la clave general de este trabajo que es la emergente visión de la historia global, que se va imponiendo en las más importantes universidades del mundo entero.

Quizás, este interesantísimo ensayo podría resumirse de un modo breve y sintético, cuando el autor con la publicación, se detiene en el comentario de una fotografía, en ella aparecen retratados un pequeño grupo de jóvenes argelinos que están jugando al fútbol a la entrada de la antigua ciudad romana de Tazoult (41).

La chispa y la gracia del asunto, consiste en descubrir que la improvisada portería del campo de deportes que utilizan, es decir, exactamente el lugar donde se busca meter el balón, es nada menos que el impresionante arco romano del siglo IV, que daba entrada a una ciudad imperial que fue capital militar del África romana y que ha quedado como único vestigio de lo que era una de las urbes romanas más importantes de la floreciente colonia del norte de África, antes de su destrucción primero por los vándalos y después por los invasores musulmanes (45).

La historia de la globalización queda reflejada en las camisetas y, en general, en el atuendo deportivo que utilizan aquellos jóvenes, pues enseguida puede comprobarse sin duda que es exactamente igual al que utilizan habitualmente y en la actualidad los jóvenes de cualquier raza, cultura y lugar del planeta.

A la vez, el autor se detendrá a sugerir la importancia de explicar la historia a aquellos jóvenes, pues les ayudaría a descubrir que su portería debería ser preservada, e inmediatamente sustituida por otra, de modo que con ese cambio urgente se preserve lo poco que queda de la destrucción de las raíces de su cultura, de su ciudad y de la historia de su pueblo.

En esa línea trascribe Gruzinski el entusiasta elogio de los restos romanos de aquella ciudad que descubrió y anotó el famoso mariscal francés Saint Arnaud, improvisado historiador del siglo XIX al detenerse y contemplarla (42).

Desde luego, en esa línea se mueven los comentarios sobre los video juegos y las series como “juego de tronos”, que están elaborando una historia ficticia, pero que es la que realmente están aprendiendo los jóvenes del mundo entero y que va a sustituir a la verdadera historia (128), si no se logra que los historiadores intervengan y corrijan los errores, enfoques falsos, como por ejemplo suprimir la religión católica de las raíces de la historia (90).

Es interesante, el comentario de nuestro autor (en las páginas “volver a conectar” pp. 140 y ss.), acerca de la nueva historia global que debería redactar ex novo la comunidad científica y que permitiera al viajero habitual, situarse mentalmente en cualquier lugar del mundo, porque tenga una síntesis global y a la vez luego pueda ahondar en la historia concreta de cada país o área donde uno se encuentre.

José Carlos Martín de la Hoz

Serge Gruzinski, ¿Para qué sirve la historia?, ed. Alianza editorial, Madrid 2018, 245 pp.