Redescubrir a Jesús de Nazaret

 

Desde el siglo XIX, a través de la llamada crítica textual, se ha buscado perfilar al auténtico Jesús de Nazaret. En un intento marcado por la desconfianza en las fuentes y en la fe de los primeros cristianos, se pretendía despojar al Jesús de la fe de todos los aditamentos supuestamente añadidos y reducirlo a un Jesús histórico estrictamente considerado.

Frente a estos planteamientos ideologizados y restrictivos, la verdadera ciencia exegética intenta, estudiar, mediante el conocimiento de los Padres de la Iglesia, de la historia, cultura, literatura, etc., de la época, datos y rasgos que ayuden a entender la profundidad de la figura humana y divina de Jesús.

El prof. Dunn aporta un nuevo ángulo de visión que se va abriendo camino poco a poco entre los estudiosos y que ayudará, sin duda, a romper el estancamiento que se observa en muchas investigaciones actuales: "Es a Jesús mismo a quien el creyente desea encontrar, no a alguien revestido de ropajes prestados por la filosofía. Si realmente Jesús fue la encarnación de Dios, no cabe duda de que lo que dijo e hizo tuvo por sí mismo fuerza suficiente; cualquier desarrollo secundario solo empañaría el testimonio del propio Jesús" (10).

El error para nuestro autor es que la crítica histórica se ha atenido esencialmente a los textos literarios y ha despreciado la tradición oral: "no ha considerado de qué modo el impacto de Jesús pudo perdurar en una sociedad donde la cultura se creaba y trasmitía de firma oral" (11).

Para una sociedad de analfabetos, donde los recuerdos orales constituyen la base de las conversaciones diarias, es de particular importancia las experiencias personales y, no cabe duda, que el encuentro personal con Jesús, la curación de una enfermedad, el exorcismo que le libró de Satanás, la parábola que hace pensar, etc. A lo que añade. "Olvidaron, en primer lugar, el impacto que Jesús provocó. El impacto de Jesús, que motivo el discipulado y la fe en Él, debería ser un dato fundamental y el punto de partida en cualquier investigación sobre el Jesús que se encuentra en el mismo origen del cristianismo" (16).

En las conclusiones afirmará con sencillez: "podemos concluir que recordar a Jesús realmente significa lo que literalmente expresa: que la tradición de Jesús fue una forma de recordar a Jesús, la cual a su vez nos muestra cómo fue recordado y nos permite aún compartir tales recuerdos" (121). Lo que explicita a través de tres tesis: "Jesús causó en sus primeros discípulos una profunda impresión bastante antes de su muerte y resurrección". "En segundo lugar, el modo de transmisión y reproducción oral de dichas formulaciones significa que la fuerza de ese impacto original siguió siendo expresada a través de ellas". "En tercer lugar, los rasgos característicos que atraviesan la tradición de Jesús ofrecen una clara imagen de la impresión que él causó a sus discípulos durante su misión": un maestro singular y único (121-122).

Lógicamente, son muchas más las conclusiones que se pueden sacar y, sobre todo, el camino de trabajo que abre a los estudiosos. La relectura del Nuevo Testamento y de los Padres de la Iglesia, bajo la luz de que la tradición oral precedió a la tradición escrita y a la redacción de los Evangelios, puede aportar, entre otras cosas, la recuperación de la confianza en la documentación disponible y entender la redacción de esos mismos escritos.

En cualquier caso, como ha hecho Benedicto XVI con sus tres libros sobre Jesús de Nazaret, la figura humana y divina de Jesús sigue impactando como hace XX siglos y cambiando el rumbo de la vida de millones de personas hacia la felicidad en la caridad.

 

José Carlos Martín de la Hoz

James D. G. Dunn, Redescubrir a Jesús de Nazaret. Lo que la investigación sobre el Jesús histórico ha olvidado, ed. Sígueme, Salamanca 2015, 126 pp.