Es importante volver a la historia de la filosofía para descubrir que existe un cauce ancho y polifacético del pensamiento racional, dotado de la riqueza insondable del don para el mundo que fue la creación de Dios de la razón humana, que se manifiesta en la creatividad dentro de la vida cultural, social, artística, económica y, por supuesto, siempre desarrollada en el amplio campo de la libertad.

También es completamente cierto, que los hombres no siempre hemos sabido usar bien de esa amplia libertad de la que hemos sido dotados, así como hemos de reconocer que es cierto que muchas veces nos hemos equivocado, pero mucho más cierto es que hemos dado más gloria al creador, precisamente por haber sido creados siendo libres que, si hubiéramos sido formados como simples o complejos esclavos, robots o ciborgs ignorantes de lo que hacíamos.

En el panorama de los comienzos de la modernidad y tras referirse al padre de la modernidad que es Descartes, habitualmente, nos hemos detenido a hablar con calma del pensador judío holandés Baruch Spinoza, pues se trata de uno de esos filósofos de interés, de los que no uno no puede dejar de referirse.

El historiador y filósofo francés Frédéric Lenoir (1962), es autor de muchos trabajos de historia de la religión y de filosofía de la edad moderna y, sobre todo, es un pensador capaz de divulgar, de captar la atención del gran público hasta el extremo de cautivarle con la historia de las ideas y lograr que personas de todo tipo y condición, se metan en los personajes de época y hacerlo revivir hoy.

Precisamente, el caso que ahora nos ocupa es realmente paradigmático, pues Lenoir ha logrado difundir parte del pensamiento del autor holandés Spinoza (1632-1677), en forma de más de 120.000 ejemplares difundidos, al gran público, en forma de best seller y lo ha titulado: “Una filosofía para iluminar nuestra vida”.

Así pues, el tema escogido es lo que realmente hace atractivo este estudio, pues Spinoza, como autor panteísta, fue denostado en su tiempo tanto por los filósofos realistas, como por los primeros racionalistas y empiristas y, en definitiva, por la ilustración posterior de corte más bien deísta, pues no era para ellos un autor plenamente racionalista.

Es interesante resaltar que para nuestro autor la figura de Spinoza le resulta enormemente tranquilizadora (9). Es más, como señalara seguidamente, descubrió en la ética de nuestro judío holandés un espíritu muy alegre (10).

Así resumirá Lenoir su flechazo por Spinoza, en el que lógicamente no estoy de acuerdo: “Partiendo de Dios, definido como la sustancia única de lo que es, pretende demostrar que todo tiene una causa, desde el orden cósmico al desorden de nuestras pasiones, y que todo se explica por las leyes universales de la naturaleza. Todo caos no es más que aparente; el azar, como los milagros, no existe” (11).

José Carlos Martín de la Hoz

Frédéric Lenoir, El milagro Spinoza. Una filosofía para iluminar nuestra vida, ed. Ariel, Barcelona 2019, 166 pp.