Teología y Arte

 

En la semana de Pascua del año 2015 tuvo lugar en la sede de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, el ya tradicional Simposio internacional organizado por la Facultad y dirigido a todos los profesores y alumnos de la Facultad y de toda la Universidad y, por supuesto, de otras Universidades.

En esta ocasión, el tema era muy propicio parta que se produjera en la sede del Simposio un ejercicio de verdadera interdisciplinaridad tanto entre los alumnos y los profesores de las diversas Facultades, tanto en el ámbito de las ponencias, comunicaciones y, sobre, en los debates interesantísimos después de las sesiones plenarias. En efecto, arte y teología, tema de ese Simposio, presumiblemente, como luego felizmente sucedió, fue un gran reclamo para el mundo universitario y, por la categoría de los ponentes, se amplió a otras universidades europeas y americanas fundamentalmente.

Efectivamente, las actas recogen algunos momentos singulares, como el profesor coordinador del Simposio, el historiador riojano, Fermín Labarga, ordinario de Historia de la Teología y de la Iglesia de la Facultad de Teología , recordó cómo las polémicas de San Juan Damasceno en el siglo VII, no tenían como fin exclusivo y único defender la tradición eclesial y católica de las imágenes frente a la furia anti iconoclástica musulmana y judía, sino esencialmente defender la verdad de la Encarnación del Verbo (9).

Por supuesto el Simposio se entroncaba en la línea abierta después del Concilio Vaticano II del Arte cristiano y de la belleza como camino para la nueva evangelización de los pueblos y el encuentro rejuvenecido con Dios, es decir, la “vía pulchritudinis” (10).

En primer lugar hemos de destacar la ponencia marco del malogrado poco tiempo después profesor Enrique Lorda de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra (1955-2016) quien disertó magníficamente acerca de “la simbólica fundamental en el arte religioso”, parta concluir con aquel texto tan bello  de Juan Pablo II llamado “la belleza que salva”, tomado de la carta del Papa a los artistas (n.16), donde expresa la riqueza del arte: “la belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente. Es una invitación a gustar la vida y a soñar el futuro. Por eso la belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios que un enamorado de la belleza como san Agustín ha sabido interpretar de manera inigualable: ¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!” (37). Vale la pena leer despacio las principales aportaciones de los ponentes y de las comunicaciones recogidas en este volumen.

José Carlos Martín de la Hoz

Fermín Labarga (de), Arte y Teología, Actas del XXXIV Simposio de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, ediciones Eunsa, Pamplona 2017, 356 pp.