Trasmitir paz y esperanza

 

Dentro de los grandes aspectos misión de la Iglesia en este inicio del siglo XXI y, más en estos tiempos de la post pandemia, es ineludible a la necesidad de contribuir a la paz del mundo, a la alegría de las familias y a la esperanza de todos; puesto que la tragedia ha sido importante y profunda, es inútil pasar página en balde.

En cualquier caso, también acerca de la materia de la esperanza, como no podía ser menos, podemos enriquecernos con las ideas del profesor Enrique González Fernández, de la Universidad Pontificia de San Dámaso de Madrid, recogidas en su reciente trabajo sobre las características más importantes que debe reflejar la nueva filosofía cristiana (402-419).

Indudablemente, el pueblo cristiano ha sido siempre un pueblo lleno de alegría, de gozosa confianza en Dios, puesto que ha sido redimido por Cristo y se nos ha entregado en tesoro de la revelación que ha colmado nuestras aspiraciones y cuida providentemente de nosotros como nos recuerda la conmovedora oración del padrenuestro (402).

Es más, a diferencia de los pueblos de la antigüedad, “la adoración cristiana llega a ser, de este modo, unión. Dios está dentro de nosotros, y nosotros estamos en él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo” (403).

En la medida en que el cristianismo se ha ido desarrollando e inculturizando en la cultura occidental se ha ido convirtiendo más y más en la verdadera religión de la paz, pues como decía Jesucristo a los cristianos de todos los tiempos: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Io 14, 27).

La Iglesia, como se puede ver en los documentos de la Iglesia reciente, busca con su predicación y la abundancia de los sacramentos devolver la paz a las conciencias y construir juntos una sociedad cristiana justa y solidaria que facilite la llegada a la paz eterna de la eternidad (404).

Se puede decir que la Iglesia se ha convertido en decidida impulsora de la paz en el mundo, como se puede leer en la Constitución Dogmática Gaudium et spes del Vaticano II: “Por lo cual, se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para que, viviendo con sinceridad en la caridad (Eph 4,15), se unan con los hombres realmente pacíficos para implorar y establecer la paz” (n. 78).

El Pontificado del papa Francisco ha sido providencial es estos tiempos de grandes crisis económicas y sociales como la migración, las pandemias la violencia terrorista en el mundo. Como recordaba el prelado del Opus Dei Mons. Javier Echevarría en 2003: “San Josemaría no se cansó de repetir que sólo de la paz en las conciencias puede nacer la paz en los pueblos y entre los pueblos. Y añadía que la violencia no es apta ni para vencer ni para convencer; siempre sale vencido el que la usa”.

 José Carlos Martín de la Hoz

Enrique González Fernández, Otra filosofía cristiana, ediciones Herder, Barcelona 2020, 435 pp.