Una buena biografía del papa Francisco

El periodista e investigador inglés, Austen Ivereigh, ha logrado redactar, con un estilo, directo, documentado, ágil y didáctico, la mejor biografía publicada hasta el momento del Santo Padre Francisco.

Cómo  bien ha sabido reflejar Austen Ivereigh, la clave en el mundo latinoamericano es la piedad popular, hondamente arraigada en el pueblo cristiano, dotado de un verdadero Sensus fidelium. Como ocurre también en España, en esa piedad popular hay hondas raíces cristianas. De ahí que la vida de pastor del papa haya sido siempre salir a las periferias y despertar la fe dormida del pueblo en las barriadas extremas, entre la pobreza y la necesidad, acudiendo al Dios de la misericordia.  Como bien ha recogido el autor, el papa recurre a ese concepto para rechazar ideologías no cristianas (161).

De hecho desde 1972, nos dirá el autor, que los jesuitas de la provincia  "Se fijaron en Bergolio, no fuera a ser que con tanta preocupación por la promoción de la justicia y lo social se olvidaran de lo religioso" (157).

Después, durante la represión de la dictadura militar, Bergolio como Provincial buscó proteger a los jesuitas y asistir a las víctimas de la represión. Como dice el autor, en la Dictadura de Videla hubo más de 8000 desapariciones (189-190).

En 1979 Bergolio dejó de ser provincial y pasó a ser rector del seminario. Después vinieron los problemas. Todo es muy duro y a la vez es sostenido por Dios: en 1986 comienza su tesis sobre Guardini y a la vez descubre la Virgen de los nudos de Ausburgo.

El hecho, tal y como lo narra Austen Ivereigh, parece que fue que desperdigaron a sus partidarios y a él lo separaron de la Facultad de Teología y lo enviaron a Córdoba.  Y añade "Los jesuitas argentinos comentan con ironía que la elección de Bergoglio como Papa era una solución obvia que en aquel momento a nadie se le ocurrió" (261).

Lo que sí ocurrió fue que en 1992 le hicieron obispo auxiliar de Buenos Aires, pues según el autor, el cardenal Quarracino fue directamente a Juan Pablo II y lo logró (256, 300-301), al igual que le hicieran Coadjutor con derecho a sucesión.

El autor muestra el carácter decidido del papa Francisco, su profunda piedad, su hondura de fe y su total abandono en las manos de Dios. De ahí que estas palabras del Papa escritas al final del libro,  le broten realmente  muy de dentro del corazón: "Una Iglesia que no tenga la capacidad de sorprender es una Iglesia débil, enferma y muriente y debe ser llevada cuanto antes a la sala de reanimación" (524).

 

José Carlos Martín de la Hoz

Austen Ivereigh, El gran reformador, ed. B, Barcelona 2015, 603 pp.