Una pradera vacía

 

Uno de los periodos más estudiados y, a la vez, más interesante, de la historia del pensamiento católico francés del siglo XVII es todo lo relacionado con los sucesos que acaecieron y las diversas interpretaciones que se dieron, entonces y ahora: el auge, expansión, decadencia y desaparición del convento de las monjas de Port Royal cerca de Versalles, en el corazón del país galo.

Un tiempo que ha quedado para siempre unido al jansenismo y a su desaparición final, entre los afluentes de la revolución francesa que, tras su extinción, dejaron una Iglesia fría, un ramalazo de calvinismo, de exceso de rigor, que solo tras muchos años de pastoral intensa, de vidas de santos y de declaraciones magisteriales, ha logrado recuperarse en Francia y en los países donde influyó el mundo intelectual francés como España e Italia.

Recordemos las medidas del Santo Padre San Pio X, adelantando la primera comunión de los niños a los siete años, el esfuerzo por devolver la vida de piedad a un pueblo cristiano que se fijaba mucho más en la justicia y el riguroso juicio de Dios que en los tesoros de su misericordia, de su perdón ilimitado y la abundancia de su gracia.

Precisamente desde los tiempos de la denominada disputa de auxiliis, un agotamiento intelectual atravesó toda la cristiandad, lo que supuso un trasvase de intereses de los teólogos franceses del siglo XVII-XVIII, que se irán trasladando, a sus colegas españoles e italianos, desde los ámbitos, temas, disputas y materias propias de la llamada teología dogmática a la teología moral.

Sobre estos apasionantes temas, en donde está en juego la salvación y la felicidad terrena del cristiano, vuelve el historiador del siglo XVII el francés Michel de Certeau (1925-1986), en una interesante obra editada recientemente la editorial italiana Jaca book, con el sugerente título de “En el lugar del otro”.

En efecto, Port Royal, sus seguidores y aquellas monjas que llevaban una vida tan exigente y penitente que so capa de regresar a la cristiandad original, volvían a una visión maniquea del cuerpo y de las debilidades del hombre, dirigiendo la espiritualidad hacia una penitencia exacerbada, sin contrapesarla con la vida mística, la piedad sencilla y la humildad verdadera de santa Teresita que será la solución final a estas exageraciones de Arnauld, Saint Cyrán y el Augustinus (222-223).

La conclusión es importante: “la escisión entre interioridad y exterioridad se agranda, finalmente, provoca un aislamiento de los puros, una inflación de sentimientos, un pensamiento arcaico. Hace falta decirlo, aunque suene escandaloso para Saint Cyran: no ha sabido ser un teólogo mejor de su reformismo” (225). Precisamente, nuestro autor comenzaba hablando de una pradera donde estuvo el monasterio de Port Royal (215) y de una muralla de libros que hablan de aquello que desapareció (216), quizás por no ser la teología del Espíritu Santo que penetra en los santos y pecadores (234).

José Carlos Martín de la Hoz

Michel de Certeau, Il luogo dell’ altro. Storia religiosa e mistica, ed. Jaca book, Milano 2018, 363 pp.