San Josemaría escribía en un punto de Camino, una de esas afirmaciones claras, luminosas, señeras para nuestra entera existencia humana y cristiana, algo que había que procurar llevar muy dentro del corazón: “Católico, Apostólico, ¡Romano! -Me gusta que seas muy romano. Y que tengas deseos de hacer tu “romería”, videre Petrum, para ver a Pedro” (Camino, n. 520).

La biografía que el historiador y subdirector del Instituto Histórico san Josemaría de la Ciudad eterna, Alfredo Méndiz (Barcelona 1960), acaba de publicar en ediciones Rialp, sobre Salvador Canals, nos habla ciertamente de un hombre cuya existencia cristiana y humana fueron prácticamente romanas.

En efecto, Mons. Salvador Canals (1920, 1975), que había pedido la admisión en el Opus Dei en mayo de 1940, después de conocer a san Josemaría en la Residencia de la calle Jenner de Madrid, poco después de haber concluido los estudios de licenciatura en la carrera de derecho que había interrumpido por la guerra civil, marchó en 1942, siendo todavía muy joven a vivir a Roma.

Aquellos deseos de oración por el Santo Padre, de identificación con él, que había aprendido de labios del Fundador, se hicieron pronto realidad, pues Canals viviría en esa ciudad hasta su muerte.

Llegó en compañía del catedrático de historia del Derecho de la Universidad de Murcia, don José Orlandis Rovira, con una beca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para hacer la Tesis Doctoral en Derecho Mercantil, que defendió en 1945. Precisamente el tema escogido, que muy novedoso para su tiempo: sobre el contrato de reproducción cinematográfica (94-97), refleja muy bien el temperamento creativo de nuestro protagonista.

Posteriormente realizó un doctorado en Derecho Canónico y recibió la ordenación sacerdotal en Roma en 1948. Enseguida, comenzaron a llegarle, a través del Fundador del Opus Dei, los encargos y también las peticiones para trabajar en la Sede Apostólica, en diversos dicasterios y, finalmente, fue nombrado Juez del Tribunal de la Rota Romana.

Efectivamente, el grueso de su vida fue verdaderamente romana y, de ese modo, pudo vivir muy unido al Santo Padre y aprender de san Josemaría a venerar al Papa y dar la vida por la Iglesia. Asimismo, pudo seguir de cerca los pasos jurídicos para la aprobación definitiva del Opus Dei y colaborar estrechamente con san Josemaría y con el beato Álvaro, tanto en el desarrollo de la tarea apostólica en la ciudad eterna, como desde Roma ayudar en el desarrollo del Opus Dei en el mundo entero.

Como muestra esta biografía, aquella jaculatoria que había aprendido de san Josemaría a repetir miles de veces: “Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam”, todos con el papa a Jesús por María, se convirtió en una vida de santidad ejemplar.

José Carlos Martín de la Hoz

Alfredo Méndiz, Salvador Canals. Una biografía (1920-1975), ediciones Rialp, Madrid 2019, 461 pp.