Vademécum de Eclesiología

 

El profesor Gabriel Richi Alberti (Madrid 1966), catedrático de Eclesiología de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid, después de una larga trayectoria docente e investigadora ha publicado para sus alumnos y para el gran público un verdadero tratado de eclesiología.

En virtud de su humildad, nuestro autor ha decidido denominarlo Vademécum en vez de Manual, para evitar señalar a pie de página el necesario aparato crítico y, sobre todo, para no entretener al lector en cuestiones de detalle y dirigido a especialistas en la materia.

En cualquier caso, este vademécum es muy adecuado para todo aquel que desee tener reunidos los temas principales de la eclesiología tal y como actualmente se explica en las Facultades de Teología centro de Ciencias religiosas y otras titulaciones de grado superior.

Indudablemente, el vademécum tiene su núcleo metodológico en el Concilio Vaticano II y, especialmente, en la Constitución Dogmática Lumen Gentium que ha sido interpretada como el gran tratado sobre la Iglesia que ha sido entregado al mundo contemporáneo para poder dialogar con la Iglesia, esposa de Jesucristo, sobre la base del concepto de dignidad de la persona humana (51).

Resulta de un gran interés el esfuerzo que se ha realizado a lo largo de la historia por definir el misterio de la Iglesia y las grandes figuras que se han utilizado con ese fin: cuerpo místico de Cristo (78), Iglesia de comunión (129), pueblo de Dios (88), templo del Espíritu Santo (40), Sacramento universal de Salvación (41).

Conviene subrayar la aportación de Pedro Rodríguez glosada por Richi acerca del pueblo de Dios como “Pueblo del Padre” (98), que posee a Cristo por cabeza y al frente de ese pueblo en marcha con el impulso del Espíritu Santo. El sentido pneumatológico (39) y trinitario (38) están bien documentados en este vademécum.

Finalmente, deseamos subrayar el empeño de nuestro autor en no separar las dos dimensiones antropológicas del tratado: la salvífica y la libertad. Es decir, la dimensión sacramental de la Iglesia y la respuesta libre a la invitación de Dios al acontecimiento salvífico (38).

Lógicamente, nuestro autor recordará en la parte final del tratado que el hombre cristiano es “simul iustus et peccator”, es decir, la Iglesia es santa por su origen, por la doctrina y los sacramentos, pero también es pecadora por la debilidad de sus hijos de ahí que la santidad de los cristianos, finalmente, aparezca como efecto de la gracia y la libertad y también como fruto de un proceso de purificación y reforma” (197).

José Carlos Martín de la Hoz

Gabriel Richi Alberti, Una débil criatura lleva a Dios. Vademécum de eclesiología, Didaskalos, Madrid 2023, 270 pp.