¿Vamos hacia un Concilio Vaticano III?

 

Estamos recordando en estos días el aniversario de la muerte del papa Benedicto XVI y, lógicamente, se han vuelto a recrudecer las voces autorizadas que han vuelto a pedir la celebración de un Concilio Vaticano III. Reconozcamos que, ya desde la clausura del Concilio Vaticano II en Roma en 1965, se han levantado muchas voces y muchas veces pidiendo urgentemente la celebración de un nuevo Concilio, el Vaticano III, para que un nuevo Concilio repleto de grandes teólogos pudiera culminar y, sobre todo, interpretar el Concilio Vaticano II.

Precisamente, en estos días he leído detenidamente el trabajo del ensayista norteamericano George Weigel (Baltimore 1951), profesor de la “Ethics and Public Policy Center” de Washington D.C., acerca de la historia y legado del Concilio Vaticano II. Nuestro autor, no termina de pedir la celebración de un nuevo Concilio como en otras ocasiones, pues sencillamente expone con preocupación que ha desaparecido la extraordinaria generación de teólogos que propiciaron los documentos del Concilio y, desgraciadamente, no han sido sustituidos por otros.

Por otra parte, hay que reconocer que Weigel arranca el libro con mucha fuerza al ir al fondo de la cuestión y criticar abiertamente el enfoque estrictamente político de la prensa norteamericana que, desde la primera crónica de la inauguración del Concilio hasta nuestros días, presentaron los debates conciliares como una despiadada lucha por el poder, entre una activa minoría liberal frente a una pacífica mayoría conservadora que habría terminado por protagonizar los debates conciliares (103).

Evidentemente, nuestro autor, al desarrollar su trabajo se apoya excesivamente en el trabajo del jesuita Jhon W. O’Malley, “Qué pasó en el Concilio Vaticano II” (Sal Terrae, Santander 2012, 496 pp) y para comprobarlo basta con mirar las notas a pie de página donde se puede constatar de donde proceden la mayoría de las citas claves de Weigel. Como es sabido, O’Malley, adolece exactamente de lo mismo: critica la división de bloques para terminar entregándose completamente a esa dinámica de grupos empobrecedora y simplificadora (118, 119).

Aclaremos que la documentación propuesta por Weigel demuestra que el Concilio Vaticano II ha sido un Concilio donde el Espíritu Santo propició un fecundo diálogo entre los teólogos y el magisterio ordinario de la Iglesia y logró que los textos finales que se produjeron fueran más allá de lo que nadie podía esperar y, desde luego, de la teología que se había publicado en esos años en el mundo entero (129).

Finalmente, el autor describe con gran viveza la pugna entre las dos revistas teológicas que brotaron del Concilio: “Concilium” y “Communio” (255, 282) que vienen a corresponder con la interpretación de Benedicto XVI acerca de la interpretación del Concilio: la acorde con la tradición de la Iglesia y la rupturista (290).

José Carlos Martín de la Hoz

George Weigel, Santificar el mundo. El legado vital del Concilio Vaticano II, Cristiandad 2023, Madrid, 306 pp.