Autobiografía (Mill)

John Stuart Mill (1806-1873) es un pensador social. Se dedicó al estudio de la Economía Política, entonces naciente, y de los sistemas políticos representativos. También se interesa por cuestiones de justicia social que comienzan entonces a plantearse, por el voto de las mujeres, etc. En su autobiografía se define como socialista defensor de la libertad individual. Su padre había sido un predicador presbiteriano que abandonó la religión, por lo que las obras de Mill presentan pasajes incompatibles con la fe. Destaca en este libro el relato de cómo John Mill fue educado por su padre: Éste tomó a su primogénito muy precozmente, le exigió mucho y le tuvo bajo su cuidado y educación hasta los catorce años. James Mill no formó a su hijo para los afectos, algo que éste lamentará muchos años después y tendrá en su vida unas consecuencias sorprendentes.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1986 Alianza Editorial, S.A.
290

Prólogo, traducción y notas de Carlos Mellizo.

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Todas las épocas han tenido sus cuestiones ideológicas así como hombres y mujeres que se han dedicado a pensar sobre ellas. Los siglos XIX y XX constituyen una etapa muy densa del pensamiento en la que destacaron la llamada "cuestión social", el estudio de la Economía y los sistemas democráticos en oposición al Antiguo Régimen. La cuestión religiosa ocupará cada vez menos espacio comprimida entre el liberalismo y el materialismo. Por eso quisiera centrarme en el ateísmo de James Mill tal como lo explica su hijo. James Mill se preparó para predicador en la Iglesia Presbiteriana escocesa hasta que concluyó que no podía creer en ésta ni en ninguna otra confesión religiosa. John Stuart lo explica así: "Sus fundamentos fueron de orden más moral que intelectual. Le resultó imposible creer que un mundo tan lleno de maldad fuese la obra de un Autor que combinase un poder infinito con una inmensa bondad y justicia" (pág.62). Explica que sentía aversión a la religión la cual le parecía un mal moral, ya que predicaba excelencias artificiales de fe y devoción que en nada beneficiaban al conjunto de la Humanidad. En una palabra, que un hombre que dedicó su vida al pensamiento y publicó numerosos libros despacha la existencia de Dios en tres renglones. Más parece una toma de posición personal ("aversión") que una conclusión intelectual. Es posible que el predicador no leyera en los Evangelios las siguientes frases de Nuestro Señor Jesucristo: "Si no os hacéis como niños no entrareis en el Reino de los Cielos"; o tambien: "Yo te alabo Padre santo porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelados a los pobres y sencillos. ¡Sí, Padre! Porque así te ha parecido bien". En el libro de Job, en el Antiguo Testamento, Dios se burla de Job y le pregunta: "Cuando yo senté las bases del orbe y fijé las órbitas de los planetas ¿dónde estabas tú? ¿fuiste acaso mi consejero?". Por último San Pablo: "La ciencia hincha pero la caridad edifica". Hace casi cincuenta años que S.S. Pablo VI encomendó a un grupo de teólogos en la Iglesia que liderasen la lucha contra el ateísmo. Nada más se volvió a saber de este encargo salvo que algunos de los que tenían que llevarlo a cabo terminaron siendo más peligrosos para la fe de los fieles que aquellos a los que tenían que refutar. "¿Cómo creerán si nadie les predica?" –se pregunta San Pablo. Los argumentos que usan James y John S. Mill contra la existencia de Dios y de la religión son de una simplicidad, por no decir simpleza, que echan para atrás. Mil veces refutados vuelven a repetirse por ignorancia y orgullo. Como dijo alguien una vez: "Es orgulloso, nada sabe". Es necesario que los creyentes estén siempre dispuestos a "dar razón de su esperanza" mediante una formación religiosa y filosófica al menos igual, cuando no superior, a aquella que tienen sobre las materias profanas de su competencia. No es una tarea menor.