El lector de Julio Verne

Nino, hijo de guardia civil, tiene nueve años, vive en la casa cuartel de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén, y nunca podrá olvidar el verano de 1947. Pepe el Portugués, el forastero misteriosos, fascinante, que acaba de instalarse en un molino apartado, se convierte en su amigo y su modelo, el hombre en el que le gustaría convertirse alguna vez. Mientras pasan juntos las tardes a la orilla del río, Nino se jurará a sí mismo que nunca será guardia civil como su padre y comenzará a recibir clases de mecanografía en el cortijo de las Rubias, donde una familia de mujeres solas, viudas y huérfanas, resiste en la frontera entre el monte y el llano. Mientras descubre un mundo nuevo gracias a las novelas de aventuras que le convertirán en otra persona, Nino comprende una verdad que nadie había querido contarle. En la Sierra Sur se está librando una guerra, pero los enemigos de su padre no son los suyos. Tras ese verano, empezará a mirar con otros ojos a los guerrilleros liderados por Cencerro, y a entender por qué su padre quiere que aprenda mecanografía.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2012 Tusquets
417
84-8383-767-2

Segunda novela de la colección de seis que la autora se propone escribir sobre la posguerra, a partir de 1939.
El primer título de esa colección es Inés y la alegría.

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Imagen de Azafrán

Esta novela, segunda del proyecto de seis que la autora se ha fijado como meta para presentar al lector la historia de la España de posguerra, abarca los años 1947-1949, que se corresponden con la vida de Nino, un niños de 10 años, hijo de guardia civil. Si bien, la autora cuenta al lector en el último capítulo la vida de los principales personajes al llegar la democracia a España, en el año 1975.
Así pues, los personajes del relato son los que rodean a Nino, su familia, sus vecinos y compañeros de juegos, el maestro, algunas personas que le ayudarán en su proceso hacia la adolescencia, sobre todo, Pepe el Portugués, molinero, y doña Elena, una maestra republicana represaliada, que le presta las novelas de Julio Verne y que le ayuda a prepararse el examen libre de Bachillerato.
El nudo de la novela lo constituye el descubrimiento que hace Nino de las terribles injusticias que los guardias que comparten cuartel con su familia aplican a la población civil, incluida la aplicación de la ley de fugas de 25 de diciembre de 1946. El propio padre de Nino es obligado a asesinar por la espalda a un vecino bajo orden directa. Todos los guardias destinados en ese cuartel, en la sierra de Jaén próxima a Granada, resultan ser o unos inútiles, o unos malvados. El padre de Nino se ve forzado a obedecer para proteger a su mujer y a sus tres hijos.
Nino escucha, a través de las paredes endebles del cuartel, las torturas y amenazas que sufren los habitantes del pueblo con el fin de obligarles a que delaten a los vecinos que ayudan y protegen a los “maquis” de la zona.
Pepe el Portugués, un hombre solitario que vive en el molino, constituye un modelo de integridad moral para este niño desconcertado por lo que ve en su propio hogar. La otra persona que le ayudará a formarse académicamente es una maestra que acoge en su casa, alejada del pueblo, y que ni siquiera le cobra por las clases.
La conclusión que saca el lector es que todos los hombres que representan para Nino el valor, la integridad, la honradez, pertenecen al bando republicano, al partido comunista. Se apoyan y se ayudan a riesgo de perderlo todo. Es cierto que hay algún delator. Pero esos son asesinados por los mismos camaradas.
Dentro de la guardia civil destinada en ese cuartel, hay un teniente que parece mostrar especial saña con las mujeres de los huidos al monte. Parece que está en los momentos claves para descubrir a los “maquis”. Resulta ser un rojo camuflado que en realidad está ayudando a los suyos y que, para evitar que un camarada traidor lleve a cabo su delación, asesina al delator y se pega un tiro: otro héroe de la república.
Del otro lado, están los ricos del pueblo, el cura y las autoridades. El coronel del cuartel, un hombre pusilánime, parece más interesado en su ascenso que en solucionar los problemas del pueblo.
La autora insiste repetidamente en el uso que los guardias civiles hacen de la ley de fugas. Considera la autora que por muy legal que sea asesinar a una persona por la espalda, no deja de ser un acto moralmente malo. Sin embargo, Almudena Grandes parece olvidar que, aunque exista una ley de libertad de prensa que permite a los autores decir lo que quieran, con su insistencia en decir palabras injuriosas contra Dios puede herir la sensibilidad de lectores que sí crean en Dios, sean del credo que sean.
En cuanto al estilo narrativo, la novela mantiene un buen ritmo en el desarrollo de la trama; las distintas secuencias están bien incardinadas; los momentos en los que el niño, Nino, sufre con mayor intensidad ante la crueldad de los guardias civiles, quedan marcados con monólogos en los que utiliza stream of conciousness, entreverando lo dice el niño, con las acciones mecánicas que realiza y con lo que realmente está pensando. Es conmovedor el espíritu de superación de todos los habitantes del pueblo y también de la propia familia de Nino.