El nadador como héroe

Convertido desde su publicación en un clásico inmediato, el nadador y buceador Charles Sprawson (1941-2020) explora en esta original y seductora obra de historia cultural el significado que las distintas sociedades han otorgado al arte de nadar: en la Grecia clásica y la Roma imperial, en la Inglaterra y la Alemania del siglo XIX o en los Estados Unidos y el Japón de los últimos cincuenta años. Sprawson nos ofrece además fascinantes destellos de la vida de los grandes héroes nadadores: Byron saltando dramáticamente entre las olas durante el funeral de Shelley; Edgar Allan Poe y sus solitarios y misteriosos baños; Rupert Brooke nadando desnudo junto a Virginia Woolf; Hart Crane zambulléndose hasta morir en la bahía de México…

Celebración literaria de una pasión, brillante obra de culto repleta de sugerentes referencias —a Goethe y Coleridge, a Scott Fitzgerald y Yukio Mishima, al cine de Riefenstahl y los musicales acuáticos de Hollywood, a Johnny Weissmuller y la competición olímpica—, El nadador como héroe (1992) no es solo el mejor libro sobre natación que existe, sino quizá el mejor libro jamás escrito sobre cualquier deporte.

Recorrido por la historia y la cultura sobre la fascinación por la natación.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2023 Ediciones Siruela
314
978-84-19553-12-6
Valoración CDL
3
Valoración Socios
2
Average: 2 (1 vote)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

1 valoraciones

2
Género: 

Comentarios

Imagen de cattus

Libro difícil de calificar. No se trata de una novela sobre la natación, sino de una narración, dividida en ocho capítulos, en la que el autor recorre la historia y la cultura con la pasión por la natación como tema. La fascinación romántica inglesa y alemana por Grecia y Roma marca ese auge por la natación, a partir del siglo XIX, sobre todo, que luego llega y se extiende por América. El último capítulo trata sobre Japón. En el texto, se mezclan las historias, sobre todo de escritores, pero también de otros artistas, fascinados por el agua, a veces, incluso a costa de la vida (Byron, Shelley, Goethe, Scott Fitzgerald, Whitman, London, Kingsley, Mishima, Swinburne, Gide, Woolf y un largo etcétera), con las referencias a los Juegos Olímpicos clásicos y modernos, y con las descripciónes de lugares emblemáticos donde se ha desarrollao ese deporte (suntuosos baños romanos, mansiones de millonarios norteamericanos, parajes naturales...). La abundancia de datos, algunos se repiten a lo largo del texto, resulta un poco farragosa, para el que no sea un entusiasta del tema. El trasfondo es el de una obsesión un tanto pagana, aunque es meritorio el trabajo del autor para reunir tanta información y tan variada. Luis Ramoneda