En el búnker con Hitler

Bernd Freytag von Loringhoven fue uno de los últimos hombres que salieron con vida del búnker de Berlín, el día antes del suicidio de Hitler. Durante nueve meses había estado al lado del Führer, asistiendo diariamente, como ayudante de campo del general Guderian, a las conferencias en que se decidía el curso de la guerra. Más tarde, ya en el búnker, se convirtió en el oficial encargado de proporcionar información, hasta que el propio Hitler le autorizó a marchar y le deseó buena suerte. Logró pasar entre las líneas rusas, fue detenido por los británicos y, una vez en el campo de prisioneros, escribió los recuerdos de lo que había visto en unos cuadernos que, sesenta años más tarde, le han servido para escribir este libro estremecedor, que es el mejor relato de los últimos días de Hitler, vividos en una atmósfera obsesiva, mientras las ratas huían del barco, los fieles se emborrachaban y Magda Goebbels llevaba a sus seis hijos para darles muerte al lado del Führer.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Crítica
175
9788484329701

Pertenece a la colección "Tiempo de Historia", de la editorial Crítica

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Crítica nos ofrece, en esta ocasión no un estudio sino un libro de memorias, de recuerdos, mejor. Se trata de la puesta en imprenta de los apuntes que el autor, joven oficial alemán a la sazón, realizó al salir de su cautiverio en manos de los aliados en 1948. A medio camino entre el reportaje y la confesión, la obra nos describe sucintamente aquellos episodios de la guerra en que participó directamente el autor, sin grandes análisis políticos o militares pero con un acercamiento ciertamente escalofriante por la proximidad personal. Primo de un de los conjurados del atentado del 20 de julio, comandante de un batallón de blindados, superviviente de la evacuación aérea de Stalingrado, ayuda de campo del general Guderian y testigo de los últimos días de Hitler, Loringhoven se convierte en un testigo ciertamente excepcional de algunos momentos capitales del desarrollo y caída del III Reich.
A pesar de todo la oportunidad no basta y, ciertamente, la proximidad física del autor no se corresponde a la proximidad intelectual que podemos hallar en otros autores (Sebastián Haffner, el mariscal Kesserling, Albert Speer o el mismo Churchill) que también pusieron por escrito su experiencia. Su relato se construye a partir de descripciones sencillas y directas que incluyen las impresiones —mas que las reflexiones— del autor a medida que las va viviendo. En ocasiones se adivina una reelaboración—a la luz de los acontecimientos posteriores— una cierta justificación o incluso un franco rubor por sus actos. Pero esto, lejos de ser un inconveniente, es el factor principal del interés del libro. En medio de los grandes argumentos que el autor no quiere transmitir —el personalismo y la soberbia de Hitler, así como su diabólico magnetismo personal; la desconfianza de los nazis hacia el ejército y el desorden en el mando que ello implica; el supuesto desconocimiento de los detalles del holocausto por parte de la mayoría de los oficiales — aparecen un sinfín de detalles que permiten reconstruir con precisión el ambiente espiritual del III Reich. Algunas perlas: la razón que Himmler esgrimió para no nombrar al mariscal Von Manstein Comandante Supremo del Este fue que “era cristiano, y por lo tanto, poco de fiar”.

En resumen un libro especialmente interesante para los aficionados a la Historia de la Segunda Guerra Mundial y que mantiene alto el pabellón de la colección. Un último detalle algo malicioso, no se pierdan los juicios personales que el autor vierte sobre los jerarcas del régime, no tienen desperdicio