La cabeza de plástico

Wagner contra Kasperle. El primero señorea campos, templos y fortalezas del arte contemporáneo. El segundo, un joven iconoclasta decidido a jugarse la vida a la carta más alta, abre las hostilidades con un bofetón conceptual. Museos, galerías y talleres.

Ediciones

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1999 Anagrama
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Imagen de fcrosas

Una buena idea, una prosa aceptable... y un resultado que defrauda un poco. Denunciar desde la Literatura el sinsentido de tanto "arte" contemporáneo podía haberle llevado más lejos. Se intuye una pobreza de discurso, de estructura profunda. Aun así, recomendable como parodia de la iconoclastia burguesa de quienes siempre han comido caliente.

Imagen de cdl

Esta breve novela se desarrolla en Holanda, sede de los más estrambóticos “avances” de la humanidad pasada de rosca. Cees Wagner, director del Stedelijk Museum, ejerce su omnímodo poder sobre artistas y mercado. En su rutina irrumpe de pronto un inopinado ataque contra su reputación: un “retrato” suyo que un desconocido punki expone en un centro vanguardista. El tal retrato consiste en la exposición de los informes de un detective privado que se ha dedicado a investigarle. Cuando se ha roto el sentido, “la mejor case de retrato es la ficha policial”. la novela narra la búsqueda del artista subversivo, para averiguar hasta dónde ha llegado en sus pesquisas . Asistimos a la convulsión de una vida calculada para triunfar, que se tambalea ante las ocurrencias de un simple chalado. (Pedro de Miguel, "Lecturas para el cambio de siglo", Eiunsa)