La vida de las mujeres

‘La vida de las mujeres’ nos trae la historia de Del Jordan, una jovencita que vive con sus padres en Jubilee, un pueblo rural canadiense en los años cuarenta del siglo XX. Su relación con los vecinos y amigos, su despertar sexual de la mano del señor Chamberlain, su relación pasional con un muchacho de muy baja condición social, todo ello estará contado con el tono íntimo de la autora, que te arrastra sin remedio a otras vidas. Del Jordan se verá obligada a tomar la decisión crucial entre una vida mediocre en el pueblo u otras eleciones más arriesgadas y peligrosas. Y, por encima de todo, la escritura, una vocación que surge como una llamada irresistible.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2011 Lumen
373
978-84-264-1947-7

Encuadernación en tapa dura. Libro de fácil lectura.

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Imagen de Azafrán

La novela está focalizada a través de un yo narrativo con características biográficas: una joven cuenta su vida. Es una novela de las de “transición a la edad adulta, de paso”.

La autora se encuentra con la dificultad de transmitir al lector la evolución psicológica de una preadolescente, adolescente y joven preuniversitaria, siendo como era ya una mujer madura de 40 años cuando publicó La vida de las mujeres.

Presenta al lector los recuerdos de sus primeros años y la visión que esa niña tiene de su pueblo, de su casa y sobre todo de las personas que la rodean, su familia, sus tías, sus compañeras y sus profesores. Después de sus primeras amistades.

La autora la manifiesta, a través de la voz de la madre de Del Jordan y la huésped que vive en su casa, Fren Doghertry, opiniones que corresponden a la mujer madura. Ambas tratan de prevenir a la joven de las consecuencias de dejarse enredar en relaciones con jóvenes o con hombres. Pero sus consejos llegan tarde o no llegan y Del Jordan, la protagonista que nos cuenta su historia, pierde la oportunidad de conseguir una beca para la universidad que hubiese cambiado su destino y resuelto su difícil situación económica por dejarse llevar de sus apetencias sexuales durante el periodo previo a los exámenes.

Del Jordán había manifestado en la página 271 “Soñé con una vida decimonónica, paseos y horas de estudio, rectitud, urbanidad, doncellez, paz”. No obstante se deja enredar en relaciones turbias por su deseo de explorar sensaciones.

A través de la narración que hace la autora tras la voz de Del, el lector recorre los principales escollos de la adolescencia: la presencia del dolor, la muerte, como encajan estas dificultades en el concepto de la omnipotencia y la misericordia de Dios, las distintas concepciones de la vida y la moral de las concepciones religiosas cristianas que existen en su entorno, la amistad, el suicidio, la intuición de la relación sexual y de sus consecuencias, la sexualidad y los impulsos sexuales que empieza a sentir y la relación real con otro joven (amistad o deseo).

“Una vez que cometes el error de distraerte pegándote a un hombre, tu vida ya no vuelve a pertenecerte. Tendrás que hacerte cargo de todo, a la mujer siempre le pasa (…) Los profilácticos deberían ser distribuidos por el gobierno de forma gratuita a todas las mujeres del condado de Wawanash, para ayudarlas a evitar que aumente la familia (…) La religión es su enemigo, como lo es de todo lo que pueda aliviar las penas de la vida sobre la tierra. Es de amor propio de lo que estoy hablando. De amor propio” Son consejos de la madre de Del. Págs. 260 y s.

En todas estas situaciones su madre a quien considera muy inteligente y con quien vive, no es capaz de acompañarla (¿será siempre así?). Son las amigas, los conocidos, los que explican, aconsejan.

Los consejos de su madre y de la huéspeda de su casa se limitan a prevenir su fracaso personal (abandono de su futuro universitario como consecuencia de una relación sexual inadecuada). No se profundiza en los sentimientos que va experimento Del, no se orienta sobre lo que es, o debe ser, el amor. Se limitan a dar soluciones prácticas a un posible descontrol emocional que termine en un acto sexual. No se explica la importancia del amor como sentimiento gratificante con proyección en la vida estable y en los hijos.

La madre de Del quiere que su hija tenga hijos en el futuro, quiere ser abuela. Sin embargo, teme la esclavitud de la maternidad: el sacrificio que implica ser madre y las renuncias que la maternidad conlleva. Se olvida de explicarle la conveniencia de buscar a una persona, a un chico que valore la maternidad y que desee igualmente ver realizada su paternidad.

Quizás tenga algo que ver la poca relevancia, la escasa presencia del padre de Del en el hogar. El padre vive en una granja donde intenta criar zorros salvajes para el comercio de las pieles. Vive en una ambiente sucio y desagradable a las afueras de Jubilee. Sólo acude al domicilio familiar los fines de semana. Y el hermano elige la misma vida del padre. Al final de la novela nos enteramos que el negocio fracasa.

Su madre, a pesar de no tener estudios universitarios, muestra su gran capacidad intelectual en su vida cotidiana, durante la venta de enciclopedias. Además escribe en el periódico local.

Sus ideas pueden considerarse de lo más avanzado: defiende la independencia de la mujer como liberación del yugo matrimonial y la gratuidad de los métodos anticonceptivos. Pero le gustaría ser abuela. Y de hecho lo son. La obra ve la luz en 1971 y hay que recordar que el movimiento feminista comienza su desarrollo en los EEUU a finales de los años 60.

El movimiento feminista reconoce la injusticia en la que vive la mujer del siglo XX y propone un movimiento revolucionario dentro de la familia. Una lucha por destruir todo lo que someta a la mujer: matrimonio y maternidad principalmente que son los obstáculos para su desarrollo profesional. La idea no es nueva. Ya Frederick Engels, en El origen de la familia y la propiedad y el estado, (1884) había escrito: “El primer antagonismo de clases coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en el matrimonio monógamo y la primera opresión de una clase por otra con la del sexo femenino por el masculino”.

Simone de Beauvoir, pareja del filósofo Jean Paul Sartre, realizará una par de viajes a los EEUU a comienzo de los años 70, donde dará un ciclo de conferencias sobre los problemas morales del escritor de la posguerra. El tema es atrayente para los escritores americanos quienes la consideran como una excelente difusora de las ideas sartrianas sobre el existencialismo, la doctrina “más moral y más normal del mundo”. Simone de Beauvoir abandera la lucha por la emancipación de la mujer, el sexo dominado. Quiere, tanto para los hombres como para las mujeres, igualdad de oportunidades. Y junto a sus ideas difunde también el existencialismo.

En la novela de Alice Munro, la madre de Del le dice:
“¡Dios fue creado por el hombre! ¡No al revés! Dios fue una invención del hombre. El hombre, en una fase de su desarrollo más infame y sanguinaria que la actual. El hombre creó a Dios a su imagen y semejanza (…) Nunca he conocido a nadie que pueda darme argumentos en contra y ser coherente”. Pág. 159

A pesar de que Alice Munro describe escenas de sexo explícito, pone en boca de la madre de Del su inquietud sobre la conveniencia de ello:
“Eso no es lo único corrupto, me temo. Dentro de nada nos dirán cómo van al lavabo, ¿por qué se lo callan? No hay nada de todo eso en Silas Marner ni en los escritores clásicos. Eran buenos escritores y no les hacía falta.” Pág. 258

Lo que realmente describe Alice Munro en esta novela son pinceladas de la vida de distintas mujeres y el determinismo que parece impedirles su propio ascenso social y económico en la América de los años 70. Parece que el final se disuelve en un ambiente gris e incierto.

Imagen de toñi hueso

En esta novela hay claramente diferenciadas dos partes; en la primera su autora cuenta con gran maestría, los aconteceres de la vida ordinaria de una niña. Podemos decir que la maestría de la autora recrean en la mente del lector una idea bastante clara de las vivencias de la protagonista.Tanto la narración como las descripciones de situaciones y personajes dan al lector una visión pormenorizada del devenir de los acontecimientos. En la segunda parte Munro se centra en el desarrollo sexual de la pequeña.
Es una pena que la maestría de su autora en el manejo del lenguaje se centre casi exclusivamente en pensamientos y sobre todo vivencias con todo lujo de detalles en cuanto al desarrollo de la sexualidad vista desde el punto de vista
meramente fisiológico. Las escenas de sexo son tan repetitivas que terminan por cansar al lector. La autora omite todo lo que de bueno y educativo tiene el sexo cuando se descubre como una parte más del desarrollo personal sin necesidad de caer en descripciones excesivamente pormenorizadas.