Las ocho montañas

Pietro es un chico de ciudad, solitario y un poco hosco, que veranea en los Alpes italianos. Bruno es hijo de un albañil de la zona, alguien que solo conoce los montes y que pastorea las vacas de su tío. Tienen apenas once años y un mundo entero les separa. Pero, verano tras verano, forjan una profunda amistad mientras Bruno inicia a Pietro en los secretos de la montaña. Juntos exploran y descubren casas abandonadas, glaciares y escarpados senderos hasta que, con los años, sus caminos toman rumbos distintos.

Esa misma naturaleza salvaje es la pasión que mueve al padre de Pietro, un hombre envuelto en la melancolía de una Milán gris que solo puede abandonar durante los veranos. La montaña se convierte entonces en el mejor lenguaje para comunicarse con su hijo, un legado que solo el tiempo conseguirá poner en valor.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2018 Random House
224
978-84-397-3412
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Imagen de acabrero

No es lo mismo montañista que montañero. Es una de las conclusiones a las que he llegado con la lectura de este libro, sumamente interesante para montañistas e incluso para montañeros, pero supongo que inaguantable para quienes no saben nada de esto ni les interesa. El montañero, casi siempre, tiene una cierta obsesión por ir al monte, cuanto más mejor, cuanto más alto mejor. El montañista, según la idea que me formado leyendo este libro, es el que no quiere vivir en otro sitio que en la montaña. Me parece que toda la historia, interesantísima para montañeros, que aquí se describe -muy bien descrita- trata, al final, de dilucidar si lo lógico y bueno es ser montañero, pero que es casi imposible ser montañista. Me lo he leído de un tirón -entiéndase, en todos los huecos que me permite mi oficio- y considero que da para hablar un buen rato, entre montañeros. Absténganse el resto de leerlo. 

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