Si pudiera ser una ola

Se trata de una novela corta, en la que a través de un argumento tan ingenuo como la manera en que cuenta la historia, ironiza con un humor directo y sencillo la situación de carencia y de dirigismo político y burocrático en las ciudades de Angola en la época poscolonial. En Luanda, capital de la Angola actual, Faustino coincide en el ascensor de su casa con Diogo y el cerdo que éste pretende cebar durante un tiempo para poder, así, cumplir su deseo de comer tan sabrosa vianda. Liloca, la esposa de Diogo, se muestra estupefacta ante la idea de mantener a tal animal en un apartamento de un séptimo piso. A los niños, por el contrario, les encanta la idea e incluso bautizan al cerdo con el nombre de Carnaval. Tras haber conseguido embaucar al fiscal de edificio y a los miembros de la Organización de Defensa Popular, que tenían la intención de confiscar el animal, éste pasa a llamarse Carnaval de Victoria. Zeca y Ruca, los dos niños, se encargan felizmente de limpiarle, alimentarle, ponerle un auricular en la oreja para que al escuchar música no ronque... Pero a pesar de ello, Diogo no cesa de mirar a Carnaval de Victoria con cara de hambre.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2000 Seix Barral
78

Título original: Quem me dera ser onda. Traducción del portugués por Isabel Soler.

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Imagen de Rubito

Con las lógicas connotaciones africanas, cercanas al cuento oral, las tradiciones y las guerras poscoloniales, construye un relato que es urbano y expresivo de una cultura que parece intentar incorporar lo que es propio del primer mundo. En este sentido tiene algunas similitudes con la citada novela de Pepetela El deseo de Kianda. Pero también, de alguna manera, recuerda la crítica humorística del régimen soviético que Mijail A. Bulgakov hace en novelas como Corazón de perro o Los huevos fatales.

Divertida, exótica y bien hecha, la novela vale la pena.