Viktor E. Frankl. El sentido de la vida

El doctor Viktor Frankl, catedrático de neurología y psiquiatría de la Universidad de Viena, dio a conocer sus principios terapéuticos en un libro que es una joya literaria y humanística: “El hombre en busca de sentido”. Publicado en 1946, nada más terminar la Segunda Guerra Mundial, vio la luz con el título de “Un psicólogo en el campo de concentración”. Posteriormente Frankl adicionó al mismo, ya con el título actual, los “Conceptos básicos de logoterapia”. Significa lo anterior que el impacto que produce la parte narrativa –el campo de concentración- puede oscurecer el entendimiento de la parte teórica. La obra de Elisabeth Lukas desmenuza los principios de la logoterapia. Los títulos de ambos libros, el de Frankl y el de Lukas, hacen referencia al sentido de la existencia. Nadie se pregunta por el sentido de la vida mientras es feliz, pero cuando aparece el sufrimiento la pregunta se hace inevitable. La respuesta del maestro es que la vida no tiene un sentido único, sino que la casuística infinita que puede presentar la existencia de los hombres y las mujeres es susceptible de ser dotada de sentido a través de a) La acción, b) El mantenimiento de unos principios y, c) El sufrimiento aceptado. “Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir ha de aceptar ese sufrimiento, pues ésa es su sola y única tarea” (El hombre… pág. 79). Frankl se complace en repetir una frase de Nietszche: “El que tiene un porqué para vivir frecuentemente encuentra el cómo”. Humanista, Frankl había estudiado Filosofía además de Medicina y en su pensamiento, que no busca ser religioso sino científico, subyacen la vieja sabiduría de Israel y la luz del Nuevo Testamento. La depresión es la rebeldía del espíritu frente al dolor no aceptado, la protesta frente al condicionamiento de la libertad, pero el espíritu puede liberarse encontrando un sentido humano a aquello que le es impuesto. Para que el vacío existencial no se apodere del hombre o de la mujer es a ellos a quienes corresponde encontrar un camino e insistir en él. “No se trata de que la vida de un ser sea gustosa o penosa, sino que tenga sentido o no” (Lukas, pág. 167).