Coordina: Encarnita H.
Dirección: Infanta Mercedes, 99, esc. izq. 1º
Dinámica de funcionamiento: quedamos en lo que leeremos cada mes (ordinariamente 1 libro); y nos reunimos para la tertulia el último viernes de mes (salvo que sea fiesta). Alternamos libros de actualidad y libros clásicos (que se puedan encontrar en Bibliotecas).
Próxima reunión: viernes 3 de abril, a las 19:00 h.
En Nahalal, el pueblo donde nació Shalev, conocemos a su asombrosa abuela Tonia, que llegó a Palestina en barco desde Rusia y pasó toda su vida luchando contra el peor enemigo de su familia en aquellas nuevas tierras: la suciedad.
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¿Es la historia de una saga?
¿Es la historia de una saga? No, ¿de un pueblo? No. Habilmente el autor, mediante flashes cíclicos, en los que narra anécdotas familiares, va dando a conocer pinceladas acerca de la segunda llegada de inmigrantes en los asentamientos palestinos en la primera mitad del siglo XX.
Realidades y ficciones se unen para realzar la fuerte personalidad de la abuela Tonia, procedente de Ucrania: fuerte, firme, y peculiar ama de casa, amante de la limpieza. Sin convicciones transcendentales, como muchos de los sionistas llegados de lejos, eran socialistas, austeros y prácticos. Aprovechaban al máximo lo que tenían y criticaban radicalmente al capitalismo americano y a todos los que optaron por irse a aquel país para sacar su vida adelante.
Por eso el contrapunto es la "venganza" de uno de los tíos americanos al que se le ocurrió enviar a la abuela una aspiradora espléndida, de la General Electric. Aquello fue todo un acontecimiento, y no se lo podrían devolver, cosa que hacían cuando les enviaba dinero.
La "barredora", que así le llamaban en las tierras palestinas, se convierte en la co-protagonista, como elemento cómico en el medio en el que cae. Produjo curiosidad, sorpresa, dejó perplejos a todos, y tras un breve uso, quedó prisionera el resto del tiempo...
La personalización de cosas y animales, da un toque de humor a la narración.
Cientos de anécdotas familiares salpicadas y sin un argumento de por medio, con algunos términos hebreos que dificultan la comprensión de la lectura, puede llevar al lector a una valoración de superficialidad, de engorroso, de carente de interés. Pero si uno persevera hasta el final, tiene su gracia.
Sorprende la "liberalidad" de la abuela tradicional, respecto a la relación chico-chica para con su nieto (el autor), cayendo en conductas poco o nada morales (p. 181-201), al que tiene siempre en su casa una habitación de matrimonio preparada para él, y al que le ordena que cada vez traiga chicas diferentes: "eres un chico joven. Los jóvenes deben cambiar de chica como de calcetines"... (181).