Villalba. Club de lectoras

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Dinámica de funcionamiento: quedamos en lo que leeremos cada mes (ordinariamente 1 libro); y nos reunimos para la tertulia el último viernes de mes (salvo que sea fiesta). Alternamos libros de actualidad y libros clásicos (que se puedan encontrar en Bibliotecas).

Próxima reunión: viernes 3 de abril, a las 19:00 h.

Octubre, 2016

La librería ambulante

Morley, Christopher

Helen McGill vive en una granja en los Estados Unidos a comienzos del siglo XX. En su juventud había ejercido como institutriz, pero con treinta y nueve años se considera a sí misma gorda, incasable e inutil para cualquier cosa que no sean las tareas domésticas. Finalmente decide vivir su propia aventura y compra una librería ambulante arrastrada por un caballo.

Comentarios

Imagen de Pipa

Hellen, como protagonista, narra en primera persona sus aventuras, sus ideas acerca del amor a los libros (8) o lo que estos pueden hacer con el hombre si se lee excesivamente y a tontas y locas.

Con fina ironía comenta: “Cuando John Gutemberg (…) pidió prestado un dinero para montar su imprenta arrojó al mundo un montón de problemas” (9); critica la afición a escribir que tiene su hermano Andrews.

Cuenta cómo, por la falta de salud de él, los hermanos se convirtieron en granjeros.

Muy entrados en la zona de Nueva Inglaterra, en Redfield, Dakota del Sur, describe su vida como ama de casa al servicio de su hermano, monótona y luchadora, dentro de la rutina rural: “De vez en cuando, buscando emociones más fuertes, leíamos fragmentos extraídos al azar del Viejo Testamento…” (11)

Por las circunstancias de la vida les llegaron por herencia libros: “Por aquel entonces murió el tío Philip y su colección de libros fue a parar a nuestras manos…”

La vida de ambos hermanos era feliz hasta que en 1907 publicaron el primer libro de él. Y aquello fue para ella una hecatombe: Andrews descuidaba las tareas de la granja en pro de dedicar tiempo a escribir. Y a Hellen le alteraban las bajas estratagemas de que estaban dispuestos a emplear los editores para convencer a su hermano con artimañas(14-15). Hellen ponía de su mano todos los medios para evitar que Andrews fuera manipulado. A los editores los llamaba “gente de esa calaña” (15).

Hellen al verse explotada y ridiculizada por su hermano, “decidió darle a Andrews una cucharada de su propia medicina. Y esta es la historia” (17 y 32).

Aprovechó la primera ocasión que le pasó por la puerta. Compró con su dinero el carromato del sr. Mifflin y decidió “tomarse unas vacaciones” y alejarse de la granja, después de dar instrucciones para que su hermano estuviera atendido durante su ausencia, dedicándose a acercar los libros a los granjeros de la zona y a sus familias como hacía el sr. Mifflin.

Ahí empiezan sus aventuras. El autor exalta el papel de la mujer, distinguiéndola del hombre, pero deja claro que son complementarios y que no han de ser iguales.

Su lectura solo se hace un poco ardua porque hablan de muchos escritores de la zona o de los ámbitos americanos e ingleses, los cuales son menos conocidos por nuestra cultura literaria.

Sin embargo el libro es divertido, original y muy recomendable. Especialmente gustará a los amantes de la lectura y de los libros.

Imagen de quicom

 Una novela realmente sorprendente. Escrita con muy buena pluma muy agradable de leer. La historia se podría calificar de entrañable, por los protagonistas de la misma -arrebatadoramente humanos- y por el argumento.  No conocía al autor ni su personal historia, por eso me ciño exclusivamente a lo que es la valoración literaria. Lo aconsejo vivamente para  aquellos que quieran  disfrutar de una buena novela, llena de valores. El argumento sencillo y sin sobresaltos  ofrece una lectura serena y muy grata. El amor por los libros de los protagonistas, añaden un aliciente más a aquellos que les guste la buena literatura.

Imagen de enc

Nadie diría que "La librería ambulante" vaya a cumplir cien años. Por la frescura de su prosa podría estar escrita ayer. Hasta 2012 no había sido publicada en España, pero acumula todo tipo de comentarios elogiosos en los blogs literarios. Copio uno de ellos: "La librería ambulante es una bella y tierna historia de amor a los libros y de amor entre personas. Nos traslada a un tiempo con una ética y un sistema de valores hoy desaparecido" - lalibreriadejavier.com-.

Podría hacerse un tratado de ética literaria con las frases de Mr.Mifflin, el vendedor ambulante de libros; por ejemplo: "Siempre he tenido la impresión de que es mejor leer un buen libro que escribir uno malo. He mezclado tantas lecturas a lo largo de mi vida que mi cabeza está llena con los ecos y las voces de hombres mejores que yo, no obstante, el libro que planeo merece ser escrito porque tiene un mensaje propio" (pag.79).

En esta novela destacan la calidad y sencillez de su prosa, los valores y el sentido del humor. Morley es un Chesterton norteamericano. Como Chesterton, y antes Kipling, el autor había ejercido el periodismo escrito; lo cual nos recuerda lo que en su día había dicho el Premio Nobel anglo-indio: que el periodismo y su necesidad de síntesis favorecen la buena literatura; o dicho de otra manera, que un buen libro no tiene porqué ser largo.

Al terminar "La librería ambulante" me hago la siguiente reflexión. Morley fue contemporáneo de Scott Fitzgerald ¿cómo es posible que éste sea tan conocido y que Morley sólo recientemente haya sido traducido al español? La respuesta está en que nos encontramos ante dos tipos de literatura: una con valores y otra, preciosista pero sin ellos. La literatura que he llamado "preciosista" se centra en la perfección literaria. Dentro de la literatura norteamericana, además de Fitzgerald pondría los ejemplos de Salinger, tan alabado en estas páginas, o Kerouac. Por el contrario considero literatura con valores "La comedia humana" de William Saroyan. La literatura USA en el último siglo ha seguido el primer camino y lo ha agotado; ahora se trata de recuperar el sendero correcto y ahí esta Morley para señalárrnoslo. Mientras el vendedor ambulante de libros recorre las granjas arrastrado por su caballo, va invocando a sus escritores favoritos, desde David Thoreau y Walt Whitman hasta Mark Twain.

Ojo a la cita -repetida además- de un gran norteamericano, de Abraham Lincoln. Además de Presidente de los Estados Unidos "el honrado Abe" fue un devorador de libros, humorista incorregible y un hombre de valores, si es que esa especie existe entre nosotros.