Villalba. Club de lectoras

Novela corta, basada en hechos reales, publicados en Asahi, entre otros periódicos japoneses en marzo de 2008.

Localizada en Nagasaki, relata la historia de un cincuentón, meteorólogo, soltero, narrada por él mismo.

Comienza con la descripción minuciosa de sus costumbres por las que está muy satisfecho. Un hombre parco, sobrio, individualista, solitario y algo frívolo (en ocasiones buscaba amigos por internet), educado en el catolicismo, regularmente visitaba el altar de su barrio para alimentar a sus “kamis”…confiado (deja la puerta de la calle sin echar la llave), de costumbres fijas, ordenado, sistemático, minucioso… Por todo ello, se inquieta al detectar variantes en su casa. Él se considera “una persona racional”. Decidido, pone los medios para averiguar qué está sucediendo en su tranquila casa. Lo cual le inquieta. “Ya no se sentía en su casa”. El descubrimiento del misterio le cambia totalmente., le transforma. “Comprendía que aquel año que habíamos compartido, aunque ella me hubiera evitado y yo ni siquiera supe de su existencia, iba a cambiarme, que yo ya no era exactamente el mismo”.

Al exponer los vericuetos de su mundo interior, solitario, sus inquietudes, la historia de Shimura adquiere una resonancia universal. De manera casi imperceptible, la novela cuestiona nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás.

También la carta que ella le dirige cuando sale de la cárcel, justificando su acción, te devuelve el pensamiento al sufrimiento de tantas personas que no han tenido suerte en la vida. Y han llevado vidas azarosas y difíciles sin el apoyo de nadie. Nagasaki es un lugar marcado por la Fe y la tragedia de una explosión atómica que devastó la ciudad, poco antes que otra en Hiroshima.

Es ameno. Se lee con facilidad. No es muy profundo, pero su lectura te da que pensar. Es como un temblor de tierra, inofensivo pero indeleble.

Sugerente. Una parábola sencilla del sinsentido. La historia de cómo se cruzan dos vidas absurdas y siguen sus caminos, aunque hubo un momento, en cada uno, en que se debatió la duda de si no sería la ocasión de enganchar con alguien, de pensar en otro. Pero faltó conocimiento. Si hubiera existido un rato de diálogo no hubieran seguido esas dos soledades. Pero hay veces en que parece que el soltero se empeña en serlo.