Villalba. Club de lectoras

Cuento intrascendente, el de Noches Blancas, que narra los sentimientos y acontecimientos de dos protagonistas que se encuentran en medio de una absoluta soledad. Narran de un modo un tanto teatral, los narradores se dirigen al “querido lector”. Él, bajo el ámbito del estado de ánimo, se regodea en sus pensamientos y sus sensaciones; personaliza hasta lo más inerte, de un modo casi surrealista. Le parece que las casas le dirigen la palabra, comen, le saludan o le muestran su estado lamentable. La ciudad es Petersburgo. Allí llevaba ya ocho años, cuando echa de menos a sus amigos. Teme que le dejen solo. Y siente gran inquietud ante esta idea. En su casa, casa de huéspedes, se sentía mal, porque estaba sucia, y la casera era muy especial. Siente envidia de que la gente veranee. Él no tiene posibilidades de hacerlo.

Sale a dar una vuelta en la naturaleza, fuera de los muros de la ciudad. Y allí conoce a una chica en peligro, según le parece a él. Él trata de ayudarla. Y la rescata, y eso solo es el inicio de un enamoramiento apasionado. Hablan y hablan, y en tres noches en las que se ven se cuentan su historia. Él dice que no tiene historia, pero claro que la tiene. Y ella, Natenka, joven huérfana, criada en casa de su abuela ciega, le expone con sinceridad la suya. Y su corazón enamorado de un huésped que alojó en su casa hacía tiempo y al que se lanzó a conquistar cuando él nada le podía ofrecer en aquel momento. Así que se ven como amigos. Una amistad que es imposible. Y que finalmente termina en un gran dolor para ambos.

Muy bien escrito. Aunque algunos párrafos son largos y angustiosos, pareciera que no respira mientras lo cuenta. Se puede hacer un poco pesado si uno no está muy metido en la historia. La narración es de tipo intimista. Realmente no sucede aparentemente nada. Aunque sí hay transformación interior, tensión en los personajes y sus vidas azarosas.