En la primera Encíclica del Papa Francisco recordaba que la revelación ha sido entregada por Dios a la Iglesia para su profundización y conservación, pero también señalaba que debe ser propuesta a los hombres de todos los tiempos, aunque recordaba que alguno de sus contenidos pueda ser más oscuro: “Cada época puede encontrar algunos puntos más fáciles o difíciles de aceptar: por eso es importante vigilar para que se transmita todo el depósito de la fe (cfr. 1 Tim 6,20), para que se insista oportunamente en todos los aspectos de la confesión de fe” (Papa Francisco, Lumen fidei, n. 48).