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La avaricia de hoy y de siempre

La editorial Alba publicó hace dos años “La casa del páramo”, una novela que podríamos llamar clásica. La autora, Elizabeth Gaskell, nos cuenta una historia situada a mediados del siglo XIX, en la Inglaterra rural de campesinos y terratenientes. Sin los recovecos y las idas y venidas típicas de la novela moderna, en esta aparecen unos personajes perfectamente definidos. Por un lado, una familia humilde, una viuda y dos hijos, que viven en medio del páramo; por otro lado, una familia de terratenientes.

Matrimonio y feminismo

El agobiante ambiente trans que surge por cualquier esquina y en cualquier debate, parece borrar la auténtica maravilla que supone el papel del hombre y de la mujer en el matrimonio. El desorden montado en torno al feminismo puede llegar a términos tan absurdos que es mejor mirar para otro lado para no llenarse de vergüenza.

Deportación de inmigrantes

Pocos temas hay en las páginas de la prensa o en las noticias de los telediarios tan delicados y penosos como el empeño en devolver a sus países a los deportados. Creo que no deja indiferente a nadie. O, podríamos decir, si hay quienes se quedan indiferentes ante este drama quizá les falte humanidad. Me parece. No estoy seguro.

Vacuna versus pandemia

Ahora que parece que se acaba… Lo primero que se nos ocurre al escribir algo así es “toca madera”, porque algo nos queda siempre de supersticiosos. Ahora parece que tenemos más datos a favor, sobre todo el número de vacunas administradas. Ahora la polémica reside en la marca: si AstraZeneca, si Moderna…, y así una interminable discusión que llena irremediablemente los telediarios.

Libros y bibliotecas

Los lectores compulsivos, esos que no podemos pasar un día sin leer algo, tenemos un problema. Un problema de espacio. ¿Dónde se pueden meter todos esos libros que hemos ido comprando, más los que nos regalan aquellos amigos que, por cualquier motivo, no se lo piensan dos veces y me regalan otro, más los que les sobran a otras personas cercanas, etc. Son muchos los libros que nos gustan, y nos gustan de papel. ¿En epub? Bueno, si no queda más remedio…

Prioridades y emergencias

En nuestra sociedad moderna occidental tenemos el peligro de ir demasiado deprisa. Con frecuencia nos encontramos corriendo, azacanados con muchas cosas que hacer. A veces en el agobiante trabajo, que no respeta las ocho horas que se suponen, otras veces corriendo al supermercado o a una reunión con unos amigos. Con prisas. Sin pararnos a pensar.

Novios y esposos

Es curioso hasta qué punto las terminologías de moda pueden llegar a modificar las relaciones entre las personas y hasta qué punto pueden llegar a confundir, a confundirnos. Antes sabíamos que una chica y un chico eran novios. El hecho de serlo incluía ya cierta formalidad, una cierta permanencia en la relación, de manera que podría surgir cierta rectificación si te decían “no, solo somos amigos”, y entendíamos que iban en camino de, pero sin seguridad. Mientras que si iba ya más en serio se hablaba incluso de “prometidos”.

Mal educado

Ha sido siempre un insulto. No es fácil que se lo diga un amigo a otro, ni un colega de trabajo a otro. Se lo dicen los padres a los hijos en alguna ocasión, sin darse cuenta de que la culpa es suya. Quizá lo comenta una madre con otra, hablando del hijo de una tercera. “Es un maleducado”.

Oficios de Semana Santa

El día de San José, por la mañana pronto, un hombre mayor iba delante de mí por la acera y al adelantarle oí que estaba hablando por el móvil: “Sí, ahora voy a misa, ya sabes que hoy es día de misa. A ver si te vienes tú también…”. No cogí más, pero me resultó conmovedor, una imagen de buen cristiano que sabe valorar las fiestas y vivirlas como la Iglesia nos enseña, y además animando a otros.

Paternidad

“Hasta luego, padre”, me acaba de decir un vecino que ha venido a mi casa. Es venezolano. Al portero de la finca alguna vez le dije mi nombre, pero siempre me dice “Buenos días, padre”, “que tenga buen día, padre”; es cubano. En el ejército español es fijo e indiscutible el “pater” de cualquier soldado u oficial que se cruza con el capellán del cuartel. Incluso a mí, que bordeo el Ministerio de Defensa casi todos los días, porque vivo al lado, alguna vez me han saludado, con gran respeto, con el “pater” incuestionable.

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