Asesinato en la catedral

Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, es asesinado en 1170 por orden del rey. No ha aceptado las Contituciones de Clarendon, que sometían a la Iglesia, y cae atravesado por las espadas al pie del altar.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1997 Encuentro, S.A.
95
2009 Encuentro
95
84-7490-957-9
  • Encuadernación: Rústica
  • Colección: Literatura
  • Idioma: Español
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Tomás Becket fue nombrado por el rey Enrique II arzobispo de Cantorbery pensando en que le apoyaría en su lucha contra el Papa. Pero después del Concilio de Tours Becket se empeñó en que el rey devolviese a la Iglesia los dominios del arzobispado de Contorbery. A partir de ese momento se enfrentan y el rey se da cuenta de que Becket es su peor enemigo y trama su asesinato. Es una historia magníficamente puesta en el escenario por Eliot y que hace ver con claridad los enfrentamientos que hay entre la Iglesia y los poderes políticos en tantas ocasiones a lo largo de la historia. Una pieza dramática que se lee con gusto y profundiza en esas problemáticas que pueden surgir con frecuencia. Leer artículo >>

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En 1934 los Amigos de la Catedral de Cantorbery pidieron a T.S.Eliot una obra para el festival anual de la Asociación. El poeta respondió a esta petición con “Asesinato en la Catedral”, una obra maestra. El autor recrea el asesinato del Arzobispo por los hombres del rey Guillermo, poco tiempo después del retorno de Becket de su destierro en Francia.

El hecho conmovió a la cristiandad y la tumba del Arzobispo se convirtió en lugar de peregrinación durante la Edad Media; posteriormente Enrique VIII, con motivo del cisma anglicano, ordenó profanar el lugar para evitar que se convirtiese en un centro de reunión de “papistas”. Eliot crea el ambiente dramático a través de un coro de mujeres (“¿Qué peligro puede haber/ para nosotras, pobres mujeres de Cantorbery, qué tribulación/ que no nos sea ya familiar?").

El autor utiliza el ritmo de la poesía medieval (“Al juicio de Roma, mi sentencia remito/ pero si me matáis, me alzaré de mi tumba/ a someter mi causa, ante el trono de Dios”). Eliot, como anglocatólico, sabía que el punto débil del anglicanismo es la sumisión de la Iglesia de Inglaterra al Rey; quizá por eso hace disculparse a los asesinos en un lenguaje deliberadamente actual: “Sois ingleses y creéis por tanto en el juego limpio; y cuando veis que cuatro hombres atacan a uno solo vuestras simpatías se van con el último. Yo respeto vuestros sentimientos y los comparto. No obstante apelo a vuestro sentido del honor (…) De todo esto no sacaremos nada y lo más probable es que perdamos bastante. Somos cuatro ingleses sencillos para quienes nuestra patria es ante todo”.

Eliot no lo recoge, pero efectivamente a los asesinos no les esperaba ningún premio; tuvieron que pasar a Francia para que el Papa les levantase la excomunión y a su cabecilla, Reginaldo Fitz, el Pontífice le impuso marchar a Tierra Santa para la defensa de Jerusalén, y allí murió.

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Asesinato en la catedral no es una novela, sino una obra de teatro en torno a la figura de Santo Tomás Becket, arzobispo de Canterbury asesinado en 1170. Una obra ya clásica de la literatura universal donde con grna hondura se tratan cuestiones como el honor de Dios, la conciencia, el poder. Un libro que merece la pena leer y releer. Hay una tercera edición de 2009.

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Posiblemente en pocas ocasiones se ha dicho tanto de la miseria de unos y la grandeza de otros, en tan pocas palabras y con tanta profundidad. Creo que la honra, la conciencia, y la convicción son algo que se nos desdibuja en ocasiones... y aquí está intacto.