Cartas a Dios

Mamie Rose es una voluntaria, ya anciana, que visita a niños enfermos en un hospital. Así conoce a Óscar, un niño a quien apenas le restan diez días de vida. Entre la voluntaria y el niño moribundo se establece una relación de amistad. La voluntaria le sugiere que escriba una carta diaria a Dios y que viva cada uno de esos días de vida que le quedan como si viviera diez años en cada día, con los problemas que tenemos en la vida, las inquietudes y los afectos propios de cada decena.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2011 Destino, Barcelona
128
978-84-233-4115-3

Versión novelada de la obra de teatro "Óscar y Mamie"

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Imagen de Azafrán

Lo políticamente correcto, actualmente, es aquello de que "en el medio está la virtud", o bien, no manifestar las convicciones personales para no herir al que no participa de ellas. Calculamos la media entre creer en Dios y no creer y concluimos que podemos creer en Dios como un acto de voluntad personal pero que Dios existe sólo porque nosotros hacemos ese acto: "piensa en Dios y verás como él te demostrará que existe"; otra versión de "pienso, luego existo", muy cartesiano y muy francés.

Es esta una versión novelada de la obra teatral Oscar y Mamie Rose. Una novela que pretende calar en el lector por su ternura: un niño enfermo y ateo, recibe, en el hospital, las visitas de una señora –voluntaria- que termina convirtiéndose en su "amiga". Esta señora le aconseja que escriba diez cartas a Dios, durante los diez últimos días de su vida. Cartas a un Dios en el que no cree, pero en el que terminará creyendo si hace estos actos explícitos de fe.

Ese es el error de partida. Dios existe crea yo en él o no. No depende su existencia de mí. Un error sutilmente deslizado en una relación afectuosa entre un adulto y un niño moribundo.

El resto puede resultar más o menos simpático: el niño, siguiendo los consejos de la señora, "amiga", intentará vivir los 10 días que le quedan de vida como podría haber vivido las diez decenas de años que hoy día mucha gente vive.

Algo bastante surrealista o quimérico ya que un niño nunca podría imaginar los sentimientos ni los problemas y preocupaciones de las decenas de años por venir. Aún así, el lector puede encontrar curioso ver cómo un niño se comporta como un hombrecito, se enamora, se casa, envejece… y muere finalmente.

El niño ateo – a tenor de lo que se nos dice en la novela- porque sus padres no le han hablado nunca de Dios. Como tampoco le han hablado de la muerte y no hay nada más real. Los padres eluden las cuestiones "palpitantes" o "trascendentes" con la intención de proteger a su niño pero resulta que lo único que hacen es proteger su "acomodamiento a la rutina diaria" lo que genera en su hijo ansiedad, ira y es un muro insalvable en la relación paterno-filial.

El autor, a través de la tierna relación entre la voluntaria y el niño moribundo, se decanta por un Dios a la carta: ahora me conviene que existas, ahora me conviene que me ayudes, ahora me conviene eliminarte de mis "contactos", etc.
Cartas a Dios es la versión novelada de Oscar y Mamie Rose, la obra teatral. Una versión que se acerca a la prosa poética, al estilo de El principito de Saint- Éxupéry