Vallejo y yo

Colección de artículos publicados por el autor en la revista Blanco y Negro, entre 1988 y 1989.

Tratan aspectos de su especialidad clínica, la psiquiatría, pero también sobre la sociedad de su tiempo, o sobre el arte en muchas de sus facetas.

El autor refleja en ellos los mismos valores que él vivía.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1989 Editorial Planeta
203
84-320-4440-7
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
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Los artículos de Vallejo-Nágera pueden parecer triviales, anecdóticos, pero nos dicen mucho de él y de su época. Llama la atención la cantidad de sus intereses artísticos: música, pintura o literatura; pero también el amplio espectro de sus relaciones sociales: toreros, dipliomáticos o artistas. Descubrimos al autor como cristiano en una época en que ya no estaba de moda serlo. Dedica varios artículos a tratar sobre sacerdotes enfermos. Es especialmente simpática la historia que lleva como título : La palabrota de Dios. Podría ser de Guareschi si no fuera una historia real.

En marzo de 1988 escribía: "El odio a la religión es tan intenso en quienes manipulan ciertos medios de difusión, odio que ellos mismos califican con presunción y mal gusto de visceral, que han hecho a la sociedad española un verdadero lavado de cerebro antirreligioso; (...) [tratan] a los sacerdotes católicos como una colección de barraca de feria de sadomasoquistas cretinos, morbosos sexuales, que neurotizaban a sus feligreses". "Esta imagen, como tantas que nos brindan sobre nuestro pasado, no sólo está distorsionada, sino que forma parte de una estrategia de indoctrinación" (pág.146).

Por último afirma -y es importante que esto lo diga un psiquiatra- que "las religiones, casi sin excepción, imponen códigos de conducta incómodos; a cambio proporcionan un hondo sentido de la vida y consuelo ante la adversidad" (pág.190). Asegura haber tratado a sujetos que si no hubiera sido por sus creencias religiosas se hubieran suicidado. Si pensamos en el número de lectores que tienen las revistas, nos damos cuenta de las muchas personas a las que llegó el mensaje de Vallejo sin haber sido nunca un beato o católico de profesión.

Ahora que se afirma que existe "una demanda social de la eutanasia", reproduzco una anécdota que relata el autor a ese respecto. Trata sobre un compañero de ocho o nueve años de edad, paralítico cerebral. que era paseado por su madre en una silla de ruedas en la condición lastimosa que acompaña a esos enfermos ( que sin embargo disfrutan de una total lucidez): la cabeza caída, manos torcidas y habla balbuceante:

"Una mujerona -relata Vallejo- que se topó con ellos en la calle paró, miró y dijo en voz alta: Pobrecillo, más valía que se muriera. Mi amigo -continúa el doctor- con toda claridad contestó: Muérete tú idiota, que yo no quiero. Añade que han transcurrido treinta años desde aquella escena y el aludido, a quien Vallejo atribuye un gran talento intelectual y artístico, todavía no tiene ningún interés en morir (pág.87).

Un libro de entretenimiento y curiosidades, pero con valores humanos y cristianos. Se lee muy bien.