Calle sin salida

Londres, 1835. Una elegante mujer detiene a una empleada del orfanato, cuando esta sale de trabajar al anochecer. Necesita saber el nombre que le han puesto a un niño que han recogido pocos días antes a las puertas de esa institución. Con el paso del tiempo, la identidad del joven Walter Wilding dará lugar a equívocos y a amores imposibles...

En esta fascinante novela de intriga se funden el amor y la crítica social, el humor y la ironía con la aventura y el drama, hasta culminar en un inesperado desenlace. La obra constituye el fruto más destacado de la amistad y la colaboración literaria entre dos grandes autores de la literatura universal.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2020 Ediciones Rialp
214
978-84-321-5266-5

Versión española de Gregorio Solera

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Novela clásica de intriga, escrita por dos grandes autores ingleses: Charles Dickens en colaboración con su amigo Wilkie Collins. La obra fue publicada por primera vez en el número doble de Navidad del periódico de Dickens All Year Round, en 1867. La trama, ambientada en Londres a comienzos del año 1835, es aparentemente sencilla, pero se va complicando poco a poco con el transcurso de la acción hasta llegar a un final sorprendente. El protagonista es Walter Wilding, un joven de unos veinticinco años, que fue abandonado en la Inclusa nada más nacer; pero doce años después es adoptado por una mujer que dice ser su verdadera madre y que le deja todos sus bienes en herencia. Poco tiempo después, una antigua niñera de la Inclusa le reconoce y pone en duda su identidad, creando en Wilding incertidumbre y desasosiego llevado por su profundo sentido de la justicia. Poseedor de una herencia que no le pertenece, decide buscar por todos los medios al auténtico Wilding, ayudado por su abogado Sr. Bintrey y por su socio George Vendale.

Tal y como se explica en la introducción de la novela (p. 12), durante el proceso de creación, los dos autores mantuvieron una abundante correspondencia y esas cartas reflejan en parte los mecanismos de su colaboración literaria, porque dejan entrever hasta qué punto  llegaron los escritores a analizar cada capítulo y qué pudo aportar cada cual. Así, se puede aventurar que en ella son característicos de Collins los rasgos propios de una magnífica novela de intriga: el “tempo” de la obra, utilizado para dosificar el suspense, y la complicación de la trama, que se oscurece cada vez más. En cuanto a la aportación genial de Dickens, aparece con claridad en la caracterización de los personajes, en el humor frente a la realidad (por dura que esta sea), y en la atmósfera que enmarca la narración, incluidos la bondad y el sentido de la justicia tan característicos de este autor.

Con el estilo victoriano propio de estos grandes autores, en la obra destacan las magníficas descripciones (precisas y minuciosas) de los espacios públicos y privados; así como el análisis brillante de la psicología de los personajes, cuyas almas se escinden en dos mitades: el resplandor y la bajeza. El estudio de sus miradas y sus gestos, la armonía entre el gesto y la palabra, presentan al ser humano con sus vicios y virtudes de siempre que hacen de la obra un clásico intemporal. La bondad, la honradez, el arrepentimiento, la indulgencia, el perdón y la esperanza brillan de nuevo en esta obra  al igual que en sus novelas más famosas.