Armonía fe y razón en el ámbito educativo

 

El profesor de metafísica Luis Romera, realiza un magnífico trabajo de fundamentación filosófica del quehacer educativo, llevando la tarea de la pedagogía al campo de la metafísica y devolviendo, de ese modo, toda su nobleza y profunda inspiración cristiana a la tarea más capital de la sociedad que es formar a la juventud; futuro de la Iglesia y de la sociedad.

Indudablemente, la “Institució Familiar d’Educació” de Cataluña que acaba de cumplir cincuenta años de trabajo incansable en Cataluña y en las Baleares, se merecía este texto como homenaje sincero a su trabajo incansable, a su donación incondicionada y a su vocación marcadamente europea.

Ya el profesor Romera, en las primeras páginas del trabajo marca las líneas clave cuando afirma que la educación concierne “a todo lo que es característicamente humano, porque desde ahí se enfoca la vida y se decide el modo en el que cada uno se enfrenta con los desafíos, estados y circunstancias por los que transita. De ahí que la educación llame en causa a tres instancias: los padres, principales responsables; los centros educativos, en los que la familia confía una parte importante de la educación de sus hijos; y los mismos estudiantes, últimos responsables, a medida que pasan los años, del sesgo que dan a la formación de su personalidad” (11).

Indudablemente, el concepto filosófico clave es el de persona y, en general, la revalorización de la dignidad de la persona humana. Ambas serán líneas de fuerza de este magnífico estudio, pues la atención personal a cada alumno que se re realiza en estos colegios, tanto en las tutorías personales, como en las reuniones con los padres e incluso en las propias tutorías con los padres (no solo madres, sino padres y madres), van recordando que cada alumno es clave en el quehacer educativo: “Preservar y promover lo humano es lo propio de la ética. Por eso, libertad y autenticidad se entrelazan con el discurso ético” (23).

Inmediatamente, señalará nuestro autor los retos actuales: la importancia de plantear a los alumnos y a toda la comunidad educativa la búsqueda de la verdad (27). Asimismo, el Prof. Romera pondrá el acento en el actual concepto de secularización que pretende relegar a Dios al fondo de la conciencia (28). A lo que termina por recordar que vivimos tiempos de “pensamiento líquido”, “donde carecemos de identidades” (29).

Es muy interesante la importante carga de las tecnologías tanto en los contenidos de la enseñanza, como en los modos vehiculares de realizarlo y, en general, en el mundo relacional, donde todo para que es real y virtual a la vez (30).

Evidentemente, la formación de la persona no es completa si no tiene como centro a Jesucristo y la educación se dirige a propiciar el encuentro personal con Jesucristo en la vida de piedad y en la relación fe y razón, en la exposición ordenada de la fe recibida y asimilada libremente, de modo que cada uno pueda dar razón de su esperanza.

José Carlos Martín de la Hoz

Luis Romera, La inspiración cristiana en el quehacer educativo. Indicaciones desde la filosofía, Rialp, Madrid 2020, 110 pp.