Buscar la Verdad

 

En el interesante trabajo del ensayista y escritor Antonio Pau, acerca de los herejes y herejías, hay un interesante guiño tanto en el prólogo como en el índice de autores escogidos y presentados como tales, pues algunos, muchos, no lo son, puesto que no han sido nunca condenados por el magisterio de la Iglesia y, sobre todo, porque para ser hereje hay que ser pertinaz en la herejía y, hay que reconocer, que eso muy pocos los cuerdos lo aceptan.

Así pues, el libro es una provocación en toda regla para que volvamos a repensar algunas vidas, para que dejemos los juicios a Dios que conoce bien nuestro interior y el final de nuestras vidas y, en cambio, nosotros nos centremos en su pensamiento y en su grado de fe, de humildad, de amor y de búsqueda serena de la verdad, pues según palabras citadas por Antonio Pau del maestro Unamuno en su magistral e incompleto prólogo: “Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas, y la verdad se busca con humildad” (13).

Resulta verdaderamente interesante el juicio preliminar de Antonio Pau acerca de que “Dios no estaba en el juicio sobre la fe de estos hombres”. Porque, si esto es así es lógico que se condene al tribunal y no al reo.

Es lógico que Dios huya de un juicio que no sea el del perdón y la misericordia, pues Dios es amor y nos ha mando el mandamiento del amor, de la persuasión y nunca el de la violencia, como nos acaba de recordar el santo Padre Francisco en la Encíclica “Frattelle tutti”.

La obra se desarrollará por siglos, en desigual extensión, documentación y profundidad, con mezcla a veces de lugares comunes y otras de fino conocimiento del proceso inquisitorial. Prueba de lo que hemos dicho es que el propio autor reconoce que Arnaldo de Vilanova no es condenado, sino que es salvada su obra teológica (32).

Es interesante que nuestro autor haga una clara y expresa referencia al maestro Eckhart, pues el inspirador de la escuela renano flamenca de espiritualidad, nunca fue condenado por la Iglesia como hereje puesto que murió aceptando el juicio de la Iglesia sobre sus obras y, precisamente, la Congregación de la doctrina de la fe en 1992 reconoció que no hay ninguna herejía en sus obras, sino tampoco “mancha de herejía” (57). En ese sentido se celebrar que Antonio Pau haya querido unirse a este devolver la fama y el honor de un gran teólogo que si algún error cometió fue el de predicar la santidad al pueblo cristiano.

Es interesante el espacio que dedica a la Inquisición española. Se nota que ha sabido descubrir que el objetivo del proceso inquisitorial en España era la persecución de la herejía judaizante, para una vez comprobada, pasar a la segunda fase que era buscar la conversión del hereje. Como demuestran los procesos inquisitoriales, la conversión y el arrepentimiento y no la búsqueda de dinero o de sangre era el motor del proceso. Un error, pues la violencia no puede ser usada para lograr la conversión.

José Carlos Martín de la Hoz

Antonio Pau, Herejes, ediciones Trotta, Madrid 2020, 141 pp.