De la persona a la aldea global

 

Es muy interesante que el profesor Mariano Fazio, amplio conocedor de la historia contemporánea del mundo y de las ideas, haya decidido arrancar su último ensayo publicado abordando la cuestión fundamental del debate del pensamiento actual: la cuestión de la antropología.

En efecto, este ensayo de antropología social que acaba de editar ediciones Palabra, arranca con una afirmación sencilla y audaz sobre la naturaleza del hombre: "Hay que ir más en profundidad hasta llegar a la raíz metafísica del hombre. La palabra que la tradición occidental ha empleado más profusamente para referirse a los seres humanos es persona. El hombre, cada hombre, cada mujer es persona" (16).

Enseguida, nos recordará el profesor Fazio que "Ser persona supone relación con los demás. Es un dato de experiencia que la persona humana es relacional: venimos al mundo como fruto de una relación entre personas, y nos vamos de este mundo habiendo desarrollado una urdimbre, un entramado de relaciones. Los conocimientos más elementales, los modos de comportamiento más naturales surgen de las relaciones con los demás, en el ámbito familiar en primer lugar, y luego en las diferentes manifestaciones de la socialidad" (19-20).

Es interesante, que inmediatamente aterrizará nuestro autor en la cuestión de la libertad, pues se ha convertido verdaderamente en la piedra de toque de la cuestión. Pues, como afirma el propio autor: "la persona humana no tiene libertad, sino que es libre" (22). Aquí está la cuestión clave que va a resolver la duda acerca de verdadera antropología y cómo distinguirla de la falsedad de las ideologías premeditadas inútiles.

Es importante, frente a la tradición del absolutismo de Hobbes que confluye en pensadores actuales marxistizados y estatilistas ignorantes de la libertad: "los derechos humanos son universales, inalienables. El estado no los concede, sino que simplemente lo reconoce como derechos constitutivos de la persona. Pero al mismo tiempo, la dignidad de la persona humana tiene un aspecto moral: hemos de hacernos digno de nuestro carácter personal" (27).

La estrecha unidad de belleza, verdad y bondad confluyen en la pluma del profesor Fazio a la hora de caracterizar y explicar la antropología cristiana sobre la base de la definición de san Juan Pablo II: "el hombre no se realiza a sí mismo sino con el don sincero de sí" (28).

Es muy interesante que en la parte final de su trabajo, después de hablar de familia, de hijos, de cultura de patria chica y aldea global, se detenga nuestro autor a hablar del trabajo, eso sí, como parte capital de la vida y del desarrollo de la persona: "la iniciativa emprendedora es algo acorde con la naturaleza humana: cumple con el mandato de someter al dominio del hombre la creación entera; facilita la creatividad y la colaboración interpersonal; se configura o solo como virtud personal que enriquece (también espiritualmente) a la sociedad en su conjunto" (93).

José Carlos Martín de la Hoz

Mariano Fazio, De la persona a la aldea global, ediciones Palabra, Madrid 2019, 158 pp.