Ejército de santos



En el reciente volúmen recopilatorio
preparado por los Profesores Holger Zaborowski y Alwin Letzkus, acerca de la
predicación del Credo en las obras del cardenal Ratzinger-Bnedicto XVI, con
ocasión del año de la fe, se recogen unos párrafos muy interesantes sobre los
santos anónimos que llenan la
Iglesia en todas las épocas de la historia.


Por ejemplo, recordaba
Benedicto XVI que Dimitri Dudko, en plena persecución religiosa en Rusia, transmitía un mensaje de paciencia desde el
Gólgota y, a la vez, desde la habitación cerrada en la que estaba encacelado,
en la que atravesando las puertas llegaba Jesús. Pues como señalaba Chesterton:
las personas marcadas por la cruz de Cristo atraviesan alegres la oscuridad
(p.158).


Desde el comienzo del
cristianismo el camino de amor al que hemos sido invitados, es un camino
marcado por la cruz y por el afán de santidad. Expresiones maravillosas de la fe. De ahí que el Papa
Clemente a finales del siglo I escribiera a los de Corinto, estas
significativas palabras: "No deberíamos pensar cosas mediocres de la salvación;
porque, cuando pensamos cosas mediocres, esperamos también recibir cosas
mediocres" (San Clemente Romano, 1,1).


Pasan los años y los siglos
y la tentación de la falta de oración y su consecuencia, la vida mediocre, nos
siguen acechando. Pero la esperanza de la conversión personal y colectiva se
mantiene firme, pues como afirma Benedicto XVI: "El ser humano nunca puede
perder a Dios por completo de su existencia, porque Dios habita en el hondón de
su alma"(p.186). Así, añade, volver a la oración, es volver a la intimidad con
Dios. El amor arranca desde la convicción de que Él nos ha amado primero. "A la
reaparición del recuerdo de Dios en mí la denominamos conversión".


En ese camino hacia la
santidad, nos recuerda el Papa, es importante meditar frecuentemente las
palabras del Señor: "Os aseguro que si no os convertís y os hacéis como los
niños, no entraréis en el reino de Dios" (Mt 18,3). Hacerse como niños: volver
a decir Abbá, por la penitencia que cura el engreimiento y la soberbia. Volver
purificados a los brazos de Dios Padre.


Es ese el caminito de Santa
Teresita del Niño Jesús: recibir a diario a Dios y a diario encaminarse a El. A
este camino, lo denomina el Papa "Un movimiento de pequeños santos en el siglo
XIX" (p.206).


Teresa, nos recuerda el
Santo Padre, no fue un caso aislado, sino el arquetipo de un ejército de
pequeños santos entre el XIX y el XX que sin conocerse levantaron la Iglesia. Es la
santidad oculta en la
Iglesia. También en el siglo XXI, vivimos entre santos y no nos damos cuenta.


Caminos de santidad,
concluye el Papa, diaria transformación en el amor, genuino cambio interior:
"aquí todo es don y
todo es conversión: metanoia, que
hace cristianos y crea santos"(p.208).


 


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


 



BENEDICTO XVI (Joseph Ratzinger), El credo, hoy,
edición preparada por Holger Zaborowski y Alwin Letzkus, ed. Sal Terrae,
Santander 2012, 250 pp.