Escribir en Gilead

En la novela Gilead, de Marilynne Robinson, John Ames es un pastor evangélico que ha vivido solo casi toda su vida. Reflexiona sobre el papel que ha desempeñado la escritura en su vida y en su ministerio (págs.26 y 27):

1. "Mi padre -explica- siempre predicaba a partir de unas notas, yo escribía mis sermones palabra por palabra". Con sencillez concluye que "tal vez trabajé en ellos para mantenerme ocupado".

2. La escritura no sólo le ha acompañado, sino que le ha dado prestigio ante su comunidad: "El retraimiento era un bálsamo para mi soledad, y la gente me respetaba por todas esas horas que pasaba aquí arriba, trabajando en mi estudio, y por los libros que me llegaban de vez en cuando por correo".

3. Aquí Ames menciona algo importante: los libros que recibía por correo. El escritor es antes que nada lector y la lectura estimula su pensamiento.

4. La escritura proporciona compañía. Escribe Ames: "Sientes que estás con alguien". El escritor se dirige a alguien que no conoce, pero espera que le pueda comprender. Ames es consciente de que, cuando predica, no todos sus oyentes comprenderán sus palabras, que incluso es posible que estén distraídos, pero también sabe que Nuestro Señor Jesucristo dijo: "El que tenga oídos para oír que oiga". El mensaje tiene su momento y sus destinatarios.

5. El objeto de la escritura es la verdad: verdades grandes y pequeñas. Afirma Ames: "Casi todo lo he escrito con la esperanza y la convicción más profunda. Intentando decir lo que era verdad". Leemos en el Evangelio cómo habrá que "dar cuenta de la palabra ociosa". Hoy se dicen y se escriben muchas tonterías, que no cree ni aquel que las dice. Es la palabra como entretenimiento y espectáculo, incluso cuando se tratan las cuestiones más serias.

6. Señala Ames: "Para mí, escribir ha sido como rezar, incluso cuando no escribía plegarias". El autor está en presencia de Dios y, cuando busca la verdad, las palabras que escribe encuentran eco en su propio corazón.

7. Para reflejar la verdad no cabe escribir de cualquier modo, sino hay que utilizar los términos precisos, incluso, si fuera posible, hacerlo de forma atractiva. Concluye el pastor Ames: "Tamizando mis pensamientos y eligiendo las palabras". Es bueno tener en la cabeza los pensamientos y las palabras antes de ponerlos sobre el papel; saber lo que se va a escribir y no improvisar.

Juan Ignacio Encabo

Marylinne Robinson, Gilead, Galaxia Gutemberg, 2011